Blas Jesús Muñoz. Casi como un preludio, como el libro más
enigmático del Corpus Joánico, un programa de televisión emitía este
pasado viernes un capítulo titulado, La última noche del bipartidismo.
Me recordó a aquel otro (La noche del fin del mundo), en el que Íker
Jiménez narraba lo sucedido en aquella tristemente famosa central
nuclear de la extinta Unión Soviética.
Y como soviets, sin uno Supremo que jerarquice al resto, algunos partidos políticos han ido abrazando los viejos predicados, hasta llevarlos al extremo más localista y cantar las alabanzas de lo laico, de las puertas cerradas, de la cera incrustada en el piso, de la tasa que pague su insolvencia gestora. Todo ello, con la misma credibilidad de quien se sabe que con más votos haría otra cosa porque ya la hizo.
Será de los pocos postulados que comparto con ese Señor (no
se confundan, no es una defensa), pero no deja de ser cierto que el
partido que "gobierna" en Córdoba tiene la misma credibilidad hablando
de Fair play que el médico de Lance Armstrong. Para muestra, la
Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía y sus cambios de siglas o
su Delegado de Cultura que cierra puertas a las cofradías cuando llegó a
ser su presidente.
Lo inconcebible puede que llegue a partir de la noche de
este domingo y, como ya lo advertimos hace meses, hay que estar
preparado y dispuesto a defendender lo que es de uno, nada más.
Observando las dificultades existentes para alcanza acuerdos para, por
ejemplo, ir a la Catedral da demasiado en qué pensar y ningún
pensamiento es positivo.