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domingo, 20 de diciembre de 2015

Un año de entrega ante la indiferencia‏


Blas Jesús Muñoz. El sol, devuelto al primer plano de la mirada, se puede tapar delante de nuestro ojo con un sólo dedo. Incluso puede dejar de ser poético y contemplarse como una bomba de calor, un reactor gigantesco que manda al planeta la vida. Mientras que la Luna puede dejar de un lado la inspiración de tantos poetas para pasar a ser un satélite que otorga periodicidad a las mareas.

Algo así sucede en estos últimos tiempos con las cofradías. Se han convertido -o se pretende hacer así- en asociaciones u organismos con carta de naturaleza jurídica, obviando sus diferentes perfiles. Tanto por los nuevos representantes de las instituciones como por quienes los descubren ahora, como si nunca antes hubieran existido.

Entre tanto, una de estas facetas primordiales, la acción social, ha continuado con su intenso pulso durante el año que finaliza. Más allá de obras conjuntas  (lo cual aporta y enriquece sobremanera) hemos querido recordar tres momentos que, a nuestro modo de entender, ejemplifican la labor que se viene desarrollando.

Merced, Agonía y Buen Suceso

Corría el preludio del verano cuando la Hermandad de la Merced realizaba un llamamiento solidario urgente, a tenor de la necesidad que la Cáritas Parroquial tenía de leche para el reparto que realiza entre las familias más necesitadas. Un momento significativo por la fecha en que se realizaba y que viene a dar cuenta de la labor que, a lo largo de todo el año, desarrolla la corporación del Lunes Santo.

Por su parte, la Hermandad de la Agonía llevaba a cabo en septiembre su Semana Solidaria con Zimbabue. Una labor integral la de la cofradía del Barrio del Naranjo que muestra otro prisma de la acción social de nuestras corporaciones. Como otra tonalidad ofreció el Ensayo Solidario de la Hermandad del Buen Suceso, la cual, a través de capataces y costaleros, supo atraer kilos de alimentos para seguir llegando a donde otras instituciones no son capaces de llegar.

Así las cosas, mientras las instituciones -o algunos de sus responsables- continúan haciendo oídos sordos ante esta realidad; las cofradías perseveran en una misión que es parte integrante del carisma que las define como tales.


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