Blas Jesús Muñoz. Las Fiestas ya tuvieron su preludio amargo con la tristemente famosa noticia de la retirada de subvenciones a Asociación es que "casualmente" están relacionadas o son parte de la Iglesia. Más tarde han devenido explicaciones, vaguedades y la retórica de estos casos que se resume en una frase coloquial, intentar quedar bien cuando el daño ya está hecho.
La respuesta de un buen número de cofradías, ante la sangrante discriminación de la Fundación Bangassou, sobre todo, resultó ser un soplo de ilusión. Ello sin olvidar al resto de las asociaciones afectadas (especialmente, la Parroquia de la Trinidad y sus corporaciones penitenciales, así como la propia Fundación anunciando que iban a repartir entre las mismas las ayudas recibidas de forma equitativa), RedMadre, Esclerosis Múltiple, Asociación Española contra el Cáncer...
Sin embargo, el final no podía ser feliz y la falta de capacidad operativa demostrada con la suspensión de la Cabalgata de Reyes ha sido el triste epílogo de una fiestas, nunca mejor dicho, destinadas a vivirlas en familia. Máxime cuando dependes de un gobierno municipal poco dicho en lo organizativo.
Habrá quien asegure que no hay que buscar fantasmas en su rechazo a lo religioso, pues es bien sabido que a su votante medio le encanta una buena cabalgata. De ser cierto, lo que habrá que temer es en los dispositivos de seguridad que organicen para Semana Santa. Celebración que sí parecen haber demostrado, Ambrosio y Viceversa, que no les gusta.