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miércoles, 6 de enero de 2016

Enfoque: Una buena oportunidad para hacer el ridículo


Blas Jesús Muñoz. Que al bipartito a la luz y al tripartito en la sombra, más de dos y de tres, le presuponían una vaga o nula operatividad era un secreto a voces. Es como un enfermo que, consciente de su malestar, torpemente evita acudir al facultativo para que no le diagnostiquen y pongan nombre a la enfermedad.

Pero la inoperancia es tozuda como un asno y se envenena a la primera oportunidad que encuentra. La tarde ya pintaba mal con un eterno corte de luz en el barrio de Fátima. Tres horas que parecían dar la bienvenida a lo que vendría poco después en el Campo de la Verdad. Curiosamente, el emplazamiento de aquella mítica batalla.

La falta de operatividad (créanme si les digo que se me ocurren un millón de calificativos más), de Ambrosio, Luque, García, Aumente y compaña comenzó a alcanzar su cenit, su cúspide, su momento Warhol de gloria, su touch, su Don impertérrito. El chaparrón y, tras la situación meteorológica de estos días, a ninguno se le ocurre previamente poner las carrozas a buen recaudo.

Son unos artistas, hay que reconocerlo. García se entretiene en negar la mayor de la suspensión para desdecirse a los veinte minutos. Ambrosio augura como los etruscos (en el vuelo de las aves), no el desenlace de una batalla, sino que va a llover luego y el cielo sigue raso (ya le gustaría que lloviera en Semana Santa y apreciará en el Patio de los Naranjos). Más tarde vienen los motivos de seguridad y el argumento más arrebatador de todos, los "cables". Se ve que en Granada o Málaga los "cables" los ponen otros más modernos y capacitados.

A todo no hay que soslayar la percepción latente en parte del gran público. Ésa que nos lleva a pensar que no querían hacerla, que no. Que es demasiado católica para lo que pueden soportar. Que, por más que la disfracen con ardides paganos, no les gusta, no es su estilo de ciudad, aunque la mayoría de sus ciudadanos, incluso de sus votantes minoritarios, sean católicos.

A la mayoría hay que reeducarla (qué término tan nostálgico, ¿verdad?) y enseñarle que lo importante son las cabalgatas republicanas. Ni que suba el IBI, el transporte público, el impuesto de basuras aunque Sadeco permita días enteros de calles cubiertas por hojas de plataneros de sombra. Que jueguen impunemente con la ilusion de los niños (a los niños republicanos no les duele quedarse sin cabalgata). No importa. Siempre es un buen momento para hacer el ridículo en condiciones. En ese proceder sí que tienen mayoría absoluta.








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