Respeto. Eso es lo primero que debemos enseñar a nuestros alumnos, a nuestros hijos, a los más pequeños. Sin embargo, ¿todo el mundo respeta por igual? Si nos vamos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su segunda acepción viene definido como miramiento, consideración, deferencia hacia algo o alguien.
Pues bien, como iba diciendo. Eso es lo que tenemos que hacer ver a nuestros niños y niñas (vaya a ser que alguien se enfade por no poner los dos sexos). ¿Pero ahora cómo le explico yo, por ejemplo a mi alumnado, que es de un pueblo de la provincia de Córdoba que sus hermandades se quedan sin subvención porque no se respeta esta fiesta tradicional?
No quiero decir, ni meterme en el ámbito religioso, que muchos de nuestros dirigentes se pueden ofender y tampoco quiero, aunque ellos puedan llegar a ofenderme a mí. Reconozco que hay otras muchas cosas a las que destinar dinero, pero todas las asociaciones son iguales, por lo que no entiendo que a unas se subvencione y a otras no.
Parece ser que ir en contra de la Iglesia es de progre moderno. Recuerdo ver a cierto político de izquierdas, que fue en su tiempo alcalde de nuestra ciudad, en calles viendo las cofradías procesionar durante la Semana Santa. Él no las vería con la misma fe que yo. Él las vería como una manifestación artística, vale. Pero respetaba, cosa que los nuevos dirigentes de izquierda no hacen. ¡Qué lástima! Lo más importante en la vida es el respeto. Sin él, lo demás carece de todo sentido. ¿Cómo les enseño yo a mis pequeños y futuros ciudadanos que hay que respetar, si los que ahora deben dar ejemplo no lo hacen?
Raquel Medina