Blas J. Muñoz. La perdurabilidad, en esto de las cofradías,
se torna como un elemento poco común. Y, aunque no estemos en algunos
casos lo suficientemente habituados, no por ello dejan de celebrarse
casos que -poco a poco- van siendo más comunes. Una suerte de la que
podemos disfrutar con algunos capataces de la ciudad y con alguna
formación musical.
Uno de los exponentes más certeros de este aspecto lo
encontramos en la unión indisociable entre la Hermandad del
Descendimiento y la Banda de Cornetas y Tambores Caído y Fuensanta. Dos
décadas de relación fraternal que hacen prácticamente inimaginable
pensar en cofradía o banda, separados el uno del otro.
De hecho, el recorrido y evolución de la formación musical
bien se comprenden en estos años de feliz sonido del metal, desde el
Campo de la Verdad hasta la Catedral. Como tampoco se entiende el
desarrollo que ha experimentado la hermandad sin los sones elegantes de
su banda. Dos décadas más que productivas para dos instituciones que no
se entienden la una sin la otra.
Foto: Álvaro Córdoba Hinojo
Recordatorio El Descendimiento