Blas J. Muñoz. La Virgen esta entronizada bajo un palio que la guarda de los pecados de la ciudad por los que Ella intercede. La Iglesia aun tiene sus puertas cerradas y, dentro y fuera, se contiene el aliento. En la plaza miran al cielo; en el templo los ojos se cruzan con la mirada de la Imágenes Sagradas.
La espera ya no es tensa ni expectante dentro porque todo orbita en torno a Ellos. Bajo su palio, en el centro de su universo, los recuerdos de una intensa Cuaresma se plasman en su rostro como un álbum certero de la memoria. Salió a su barrio y lo inundó de gracia. La portaron los hombres que nunca lo hicieron, sobre su parihuela. La besaron todos, desde el corazón cuando, al entrar se la cruzaron en la letanía exacta del tiempo cumplido.
Justo antes de que las puertas se abran, los abrazos se suceden y las emociones dan rienda suelta a la ilusión. En sus manos unas llaves, las mismas que abren el Sagrario de la Parroquia, el Arca donde se guarda a Jesús Sacramentado, el Arca que es Ella misma y que guarda en su vientre el fruto de la Salvación. El Sagrario que custodia la Virgen de la Trinidad, el Señor de la Santa Faz.
@BlasjmPriego
Jesús Caparrós
Jesús Caparrós
