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martes, 19 de abril de 2016

Cuando se unen dos devociones de Córdoba


Blas J. Muñoz. En el interior de su templo, la historia contempla a un Crucificado cuyo nombre invita a la esperanza. El Cristo de la Salud guarda en los jirones de su piel, que es más que simple madera policromada, la huella del tiempo, de tantas plegarias sostenidas, inferidas, debidas y musitadas que, durante las últimas décadas, se han depositado en los muros pretéritos de cada callejuela por donde avanza desde la Trinidad. 

Por su parte, nombrar San Jacinto es pensar en Ella, la Señora, la Virgen y la Madre pálida que dibujó el rostro de la ciudad durante tres siglos que, hace cincuenta años coronaron la devoción al infinito. Tanto fue así que, en la conmemoración, el Año Jubilar le fue concedido, atendiendo a esa historia de letanías expuestas a sus plantas y concecidas a lo largo de la crónica de sus días. 

Este viernes, esas dos devociones se unirán en la reverencia debida del Jubileo del que participará la Hermandad del Vía Crucis. Será a las 20:30 horas en el altar que preside la Señora en San Jacinto. Será algo más que gozó e indulgencia. Será el alma misma de la ciudad que se observa en su introspección para apercibirse de cuánta verdad atesora a través de sus imágenes que son espejos de su mejor realidad.






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