Esther Mª Ojeda. Hoy todos los medios hacen memoria y conmemoran, treinta años después, la catástrofe nuclear de Chernóbil en la que Ucrania, Rusia y Bielorrusia se vieron gravemente afectadas. Fue en este último país donde más se cebó la tragedia y su población vio cómo sus recursos alimenticios desaparecían como consecuencia de la gran contaminación que generó aquel desastre medioambiental.
El accidente, marcó un antes y un después en la vida de las personas de las áreas perjudicadas. Tanto es así, que incluso a día de hoy aquel incidente se sigue cobrando víctimas que mueren por diversas enfermedades entre las que se encuentran el cáncer, el tiroides y otras de carácter cardiovascular y frente a las que los niños son los más vulnerables, según han informado tanto los médicos como la propia Organización Mundial de la Salud.
Es por eso, que la popular hermandad sevillana de Santa Genoveva, se vuelve a solidarizar una vez más con Bielorrusia tal y como ya hiciera en el año 2006. Para comprometerse con la causa, su comunidad se ha puesto en contacto con familias que acogerán a finales del mes de junio y durante un lapso de cuarenta días a un grupo de niños bielorrusos. El objetivo es que mediante una alimentación sana y la inhalación de aire limpio, esos niños puedan reducir cuanto sea posible los niveles de radioactividad alojados en sus organismos y con ello salir fortalecidos y habiendo aumentado en más de dos años su esperanza de vida.
Con esta bonita y solidaria iniciativa, la hermandad hispalense demuestra su implicación con la causa a través del tiempo y las dificultades, que no tienen por qué suponer un obstáculo a la hora de ayudar al prójimo, en especial cuando se trata de los más pequeños.
