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martes, 7 de junio de 2016

Soledad en San Cayetano


Esther Mª Ojeda. Hace unos días que saltaba la noticia de la retirada del culto de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, pues a pesar de que a nuestros ojos la apariencia de ambos parezca desafiar al tiempo, deben de ser sometidos a un proceso de restauración que ha quedado en las experimentadas manos de Enrique Ortega y Rosa Cabello.

Y ayer definitivamente, la “Hermandad de los Toreros” publicaba una más que reveladora fotografía que nos hacía llegar la imagen de una despedida en la emblemática Cuesta de San Cayetano. Una despedida que aun sabiéndose temporal, no dejaba de transmitir el palpable y mismísimo sentimiento de soledad que la titular de la cofradía lleva impreso en su rostro.

Y así, producto de la sensación de vacío que deja la marcha del Señor de los toreros en el Convento de San José, sus devotos manifestaban su pesar ante tal acontecimiento – también con la ilusión de encontrarlos a su regreso en un estado óptimo –  tras un domingo en el que un gran número de hermanos se acercaron a rezar ante Jesús Caído y la Virgen de la Soledad. Sin duda alguna, desde ese mismo momento se iniciaba una espera que dejaba huérfana a una hermandad cargada de historia. 

Con su partida, tanto hermanos como devotos comenzaban ya a contar con impaciencia los días hasta verlos de nuevo en el lugar que les corresponde: la hermosa capilla que les es reservada y que cada fin de semana acoge las innumerables visitas de fieles que nunca dejan pasar la ocasión de contemplar, una vez más, el dulce gesto del Caído y la indiscutible madurez de su Madre, perpetuando con ello una de las devociones más antiguas de la ciudad y que hacen de la Cuesta de San Cayetano un lugar impracticable en la tarde de cada Jueves Santo.

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