Sí. Después de tantas vueltas y revueltas con la carrera oficial que llevamos a cuestas (y lo que te rondaré, morena) el tema del Candelabro de Cola de hoy no podía versar sobre un tema distinto.
Si usted es joven le parecerá que estamos ante un debate muy novedoso, fresco y necesario. En cambio, si supera usted ya la cuarentena, tendrá la sensación de revivir de nuevo el día de la marmota. Eso sí, con mayor intensidad que en ocasiones precedentes. El hecho es que, en medio del revuelo que genera el debate sobre las diferentes alternativas planteadas por agrupación y cofradías, la semana pasada se produjeron unas reveladoras declaraciones de un hermano mayor que fueron a poner el dedo justo en la llaga. Nuestro hombre en cuestión vino a opinar que la carrera oficial que han planteado las hermandades del Viernes Santo beneficia más a unas hermandades que a otras. ¡Toma del frasco, Carrasco! Quizá este señor no se ha planteado que con la propuesta de la Agrupación ocurre exactamente igual. Y fíjense lo que les voy a decir: ¡con la actual carrera oficial también!
¿Cómo solucionar este singular problema? Un amigo con el que me tomaba unos pinchos (como buenos vascos que somos los dos) encontró la solución. ¡Café para todos!, me dijo. La clave está en que se establezcan varias carreras oficiales. Así que habría que empezar por mantener la actual. Esa sería la carrera oficial número 1, pensada para las hermandades rancias con aversión al cambio. La carrera oficial 2 será la Catedral, ideal para los nostálgicos de siglos pasados y para los amantes de las calles estrechas. Luego tendríamos que hacer una más que discurriera entre los jardines de Colón y el Bailio, especialmente pensada para hermandades amantes del chinchinpún y del pasito p'alante y pasito p'atrás. Por último, pensando en las cofradías de barrio, habilitaríamos la carrera oficial 4 y 5 que podrían establecerse, por poner, una en la avenida de Barcelona y otra en Ciudad Jardín, para favorecer que las hermandades con largos itinerarios en la actualidad se ahorren horas y horas en la calle.
No me dirán que así no lograríamos que todos quedaran contentos sin favorecer a nadie: cada hermandad podría hacer así la carrera oficial que gustase. A grandes males, grandes remedios.
Marcos Fernán Caballero