Vino sin avisar, vino sin buscarlo, pero llegó. De entre los cientos y cientos de mensajes que las redes sociales vertían, numerosos de ellos trataban acerca de un tema de suma relevancia cofradiera: la Magna de Huelva, del próximo 18 de septiembre; fue, entonces, cuando de mi memoria se desprendía un mágico y hermoso recuerdo que, a la postre, serviría para inundar de reminiscencias este albo fondo. Un sueño idílico del cual han transcurrido tres años, si bien aún permanece latente, al igual que los recuerdos que dejan una huella especial en lo más profundo de nuestro ser. Así, les hablo de aquel Vía Crucis de la Fe que la ciudad de Córdoba acogió un, ya histórico, 14 de septiembre de 2013.
Un acto que congregó a una multitud de fieles, de cofrades y de 'kofrades' -hay que saber distinguir-, convirtiéndose la capital de los califas en epicentro de una magna representación de fe. Queriendo hacer caso omiso a la organización del mismo, pues carecería de sentido recriminar tal aspecto a estas alturas, destacar la excepcionalidad del evento, que proporcionó un sinfín de escenas ciertamente extraordinarias, inusuales. De este modo, pudimos ver como la Reina de los Mártires o el Cristo del Remedio de Ánimas recorrían los primeros metros de su itinerario a plena luz del día, como el Cristo de la Redención salía desde la casa hermandad de La Estrella, como el Cristo de la Coronación de Espinas lucía una clámide, o como el Cristo del Amor volvía a protagonizar aquellas estampas de antaño junto con los dos ladrones en el paso, entre otros muchos.
El aspecto musical también hizo ganar enteros al acto, gracias al singular cartel de bandas que llegaría hasta la ciudad de la Mezquita y que, como posteriormente se comprobó, haría las delicias de los amantes de la música procesional y las de los silbadores capillitas. Cambios de estilos musicales, tales como los de Rescatado, Humildad y Paciencia o Resucitado, se pudieron degustar, del mismo modo que los pasos de la dolorosa de La Buena Muerte o del Cristo de la Expiración; los cuales contaron, de manera insólita, con el acompañamiento de una formación de plantilla completa. Así mismo, asistimos a las primeras actuaciones de conjuntos como los de Elevación (Campo de Criptana), Lágrimas (San Fernando) o El Sol (Sevilla), cuyas intervenciones musicales guardarían un episodio más a partir de la Semana Santa posterior.
Todo ello, conformó una auténtica procesión magna extraordinaria, que así clausuraba el Año de la Fe: con la llegada de dieciséis Imágenes hasta la Catedral, regalando igualmente estampas únicas por parte de las hermandades que accedían, por vez primera, al interior de las naves catedralicias. Tres años más tarde, Huelva celebra una magna que contiene elementos similares a los que tuvo Córdoba, aunque con distinta esencia; esa esencia que aportará una ciudad que pretende disfrutar de una jornada con sabor a cofradías y que, a buen seguro, dará a conocer el rico patrimonio que aquel 19 de octubre de 2013 la lluvia no permitió descubrir al resto de la orbe cofradiera.
Antonio Botella
Foto José M.