Guillermo Rodríguez. Tal y como adelantó nuestra compañera Raquel Medina en la tarde de ayer, la Hermandad del Perdón, fiel a su cita anual, acompañará a la Hermandad filial de Nuestra Señora del Rocío de Córdoba en su peregrinación extraordinaria al Rocío que tendrá lugar los días 1 y 2 de octubre. Una relación que se deriva del decreto de hermanamiento suscrito en 2012 por ambas corporaciones.
En declaraciones realizadas a Gente de Paz, el hermano mayor de la cofradía de San Roque, Fernando Castro, ha destacado la importancia de esta peregrinación recordando que “uno de los principales objetivos que nos marcamos la nueva junta de la Hermandad del Perdón fue la formación y evangelización” y afirmando, en este sentido, que “sabemos que cuando hacemos estación de penitencia o realizamos nuestros cultos, estamos evangelizando y haciendo llegar al mayor número de personas nuestro sentimiento de la Fe. Pero se evangeliza de muchas formas y en diferentes lugares”.
Castro enmarca esta peregrinación en el cumplimiento de sus “obligaciones tal y como manda el decreto que firmamos ambas corporaciones” pero al mismo tiempo manifiesta que “nos desplazamos para vivir unos días en comunidad con todo un grupo de personas, algunos hermanos de la Hermandad y otros no, allí todos somos iguales, para vivir una experiencia única e irrepetible, mágica, podría llamarla”, lo que dota a esta cita anual de una connotación que trasciende al mero cumplimiento del compromiso adquirido y da buena cuenta de que es la fe y el sentimiento lo que hace que los hermanos de la cofradía del Miércoles Santo se postren cada año ante la Blanca Paloma.
No existe atisbo de duda en las reflexiones del hermano mayor cuando revela que “en el Rocío se siente a la Madre de Dios como intercesora y cada vez que vas te impregnas de Ella, y en Octubre, es nuestra querida Señora del Rocío y Lágrimas, la que nos mima y nos aúna en un único sentimiento. Yo solo me quedo con aquellos que vienen por primera vez, y ya nunca más faltan. Por algo será”. Dos devociones que son las dos caras de la misma moneda; la devoción sincera a la Virgen María, como cauce para llegar a su Hijo.