Siempre he pensado que las hermandades, son instrumentos para hacernos mejores personas y para acercarnos a Dios. En sus inicios, el objetivo era evangelizar y hacer catequesis, llevar al pueblo, a modo de representación, la pasión de Jesús. Los autos sacramentales y la semana santa jugaban un papel primordial en aquellos tiempos en los que las iglesias se llenaban de fieles y beatas pero las calles estaban repletas de personas que por incultura, no tenían acceso a comprender el mensaje. Era una manera didáctica de trasladar al pueblo los valores morales y cristianos. En la actualidad, las iglesias están más vacías que antaño y además los valores morales se están perdiendo en las calles. Somos una sociedad plural, tecnológica, y “culta” que sin embargo parece necesitar estas representaciones más que la analfabeta sociedad de antaño.
Las hermandades y las personas que formamos parte de ellas, debemos utilizar nuestros recursos para ayudar a una sociedad, cada vez más competitiva y vacía, a recuperar los valores humanos. Mediante una labor educativa, orientada y abierta, las hermandades pueden y lo están haciendo, orientar a jóvenes y no tan jóvenes a los valores cristianos. La propia iglesia comienza a ver con buenos ojos la labor de las cofradías y a usarla como herramienta fundamental para la evangelización. Pero es fundamental que no se banalice y que se acometan las reformas necesarias, de manera organizada para no convertir las salidas penitenciales, los cultos y los actos de hermandad, en una mera representación teatral, sin mensaje alguno.
Las cofradías pueden aportar muchas cosas a las personas. A través de ellas se fraguan amistades y relaciones que para muchos dan sentido a sus vidas y al caminar diario. En ellas podemos aprender valores como: amistad, esfuerzo, compañerismo, sacrificio, obediencia, humildad, compromiso, lealtad y así hasta un largo etcétera pero para ello necesitamos a personas que nos sirvan de ejemplo y que entiendan que ser cofrade no es dar izquierdos o salir con un cirio y un disfraz, un determinado día del año.
Hace unos días, una persona me dio un gran ejemplo de Fe y de lo que es ser cofrade en la vida. Ver su serenidad en un momento de dolor extremo, escuchar sus palabras y como las cofradías habían influido en su día a día, me refuerzan en la idea de que todos los que de alguna manera formamos parte de una hermandad debemos exigirnos más, para al menos ser, mejores personas.
Manuel Orozco