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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Las imágenes del pasado de la Merced


Esther Mª Ojeda. A lo largo del tiempo, todas las hermandades de las que se nutre nuestra Semana Santa han tenido la oportunidad de vivir – y de hacernos partícipes – de una gran variedad de momentos que, por unos u otros motivos, supusieron un hito en su historia. Afortunadamente, también hemos sido capaces de conservar hasta el día de hoy un gran número tanto de imágenes como de documentos de diversa índole de esos que nos permiten sumergirnos en ese pasado más o menos reciente y siempre cautivador.

Sin duda, la trayectoria de la Hermandad de la Merced es una de las que nos ha ido regalando algunas de esas joyas que han pasado a formar parte de la memoria cofrade colectiva y, aunque es cierto que con la popular cofradía del Zumbacón se nos abriría un inmenso abanico de posibilidades, hoy vale la pena centrarse en la crónica del Lunes Santo que el Diario Córdoba publicaba en su sección de Semana Santa del año 1982.


En ese contexto, el relato nos ubicaba en el entorno de San Antonio de Padua. Muy lejos de las hermosas y complejas estrecheces del casco antiguo, la iglesia del Zumbacón se enmarcaba en un escenario caracterizado por solares y gente sencilla que derrocha humildad, sencillez y, sobre todo, expectación. La curiosidad se hacía dueña del ambiente en el que habría de aparecer por primera vez la actual imagen del Señor Humilde, presentándose a su barrio sobre un paso que anteriormente había pertenecido a la Hermandad del Perdón de Cádiz.

Enfatizaba aquella crónica del 82 en el aspecto que aún conservaban los alrededores de la Parroquia de San Antonio de Padua, con un paisaje compuesto por descampados y terraplenes entre los que destacaba, al fin, la mirada al cielo del Señor de la Coronación de Espinas. Con esta primera estación de penitencia y haciendo frente a la amenaza de la lluvia, el titular de la cofradía se abría camino, aún sin su misterio, en la jornada del Lunes Santo. Una estampa sin duda llamativa a la que los cordobeses no tendrían ocasión de acostumbrarse, pues tan solo un año más tarde ya habrían completado la escena los dos romanos y el sayón de Pinto Berraquero.


Una década más tarde, la Hermandad de la Merced se veía en la necesidad de abordar una serie de reformas en su parroquia de una magnitud suficiente para exigir el traslado de los titulares. En este momento en la historia de la cofradía, volvía a jugar un papel esencial Fray Ricardo de Córdoba – también mentor de la corporación – quien fue el verdadero artífice del proceso que condujo al Señor Humilde y a Santa María de la Merced al Convento del Císter. 

Así, el 2 de agosto de 1993 y coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de los Ángeles – que aún no había sido trasladada al Convento del Santo Ángel – llegaron los queridos titulares de la Hermandad de la Merced. Aquella histórica solidaridad quedaba sellada con una emotiva y significativa ceremonia.

En la entonces sede de la  aún joven cofradía del Císter permanecieron los titulares de San Antonio de Padua – más concretamente en uno de los altares laterales del convento – para dejarnos instantáneas como la anterior, en la que, además, el Señor de la Coronación aparece situado entre los dos faroles que solían iluminar el Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús de la Sangre. No acaban ahí los detalles llamativos que componen esta extraña fotografía, ya que en ella, la dolorosa de Buiza porta una de las coronas pertenecientes a la Reina de los Ángeles.



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