Esther Mª Ojeda. Que nuestra Semana Santa y todos los elementos que la conforman están en constante evolución es algo de lo que toda la comunidad cofrade es consciente, aunque para ello sea necesario echar la vista atrás de vez en cuando. Como consecuencia de ese progreso y tal y como comentábamos en anteriores publicaciones de Gente de Paz, los diversos documentos y fotografías que ilustran la historia de nuestras cofradías constituyen la prueba irrefutable de esas mejoras para las que fueron necesarias emplear algunos años. Y por supuesto, también de las distintas configuraciones a las que han sido sometidas las escenas y la estética de las hermandades, mostrándonos incluso la presencia de algunas imágenes que por unos motivos u otros, se han convertido en sentidas ausencias.
El caso particular de la Virgen del Amor no se erige como un caso excepcional aunque a muchos les pueda parecer que la Santísima Virgen siempre haya recorrido las calles cordobesas tal y como lo hace actualmente y en la incondicional compañía de un San Juan sin la que muchos ya no la recuerdan o simplemente no pueden si quiera imaginarla, a pesar de que no haya transcurrido tanto tiempo desde que lo descrito con anterioridad fuese un hecho.
Si bien es cierto que los antecedentes de la Hermandad de Pasión parecen remontarse hasta el siglo XVII, la actual cofradía no se fundó hasta 1939 gracias a un grupo de cofrades vinculados a la antigua Hermandad de la Virgen del Tránsito. Aunque esto significó un comienzo que desde el primer momento contó con la presencia del también antiguo nazareno al menos por las calles de su barrio, las imágenes de María Santísima del Amor y San Juan no se incorporarían a la estación de penitencia hasta una década más tarde. Una iniciativa que se hizo posible exactamente en 1949 gracias a los hermanos Rafael Bocero Dobado y Manuel Ramírez Calatrava, quienes correrían con los gastos de las andas y la corona de plata de la Santísima Virgen.
Unos años más tarde, ya en 1952 se decide asimismo acometer la ejecución de unos respiraderos de metal plateado que se realizaría siguiendo el diseño del delegado artístico de la corporación, José García Armenta. Tan ilusionante proyecto, costeado por el producto de rifas y aportaciones de los miembros de la Junta de Gobierno y los fieles, se pondría entonces en las manos del orfebre Rafael León, obteniendo un resultado más que satisfactorio para la popular cofradía de San Basilio.
Tal y como se puede deducir por lo descrito previamente, el paso sobre el que procesionaban originalmente las tallas de la Virgen del Amor y San Juan carecían de palio. Así mismo se aprecia en la fotografía publicada por la revista Alto Guadalquivir en su número de 1985 y en la que llaman la atención tanto los vistosos cirios como el ahora inusual color rosa de su abundante exorno floral.
Precisamente fue a principios de la década de los 80 – más concretamente en torno a 1983 – cuando bajo el mandato de Lucio Gómez, la hermandad comienza a barajas la posibilidad de incorporar un palio al paso de María Santísima del Amor, una decisión que se suma a la de la apertura de la puerta exterior de la capilla de Nuestra Señora del Tránsito. De este modo, los pasos podrían al fin salir a la calle llevados por costaleros en la jornada del Miércoles Santo de 1983, marcando una diferencia con los años anteriores en los que la corporación se había visto forzada a concluir el montaje de los pasos de los titulares fuera de su sede, empleando para este objetivo la mañana y las primeras horas de la tarde de su día de salida.
Precisamente de ese mismo año de 1983, data la fotografía que aparece sobre estas líneas, mostrando ya a la Virgen del Amor que comenzaba a mecerse bajo palio, un hecho que sin duda alguna supuso una gran novedad en la estética de la que hasta ese momento había hecho gala la dulce dolorosa de la Hermandad de Pasión. Tal y como se puede comprobar por dicha imagen, las bambalinas distan aún mucho de las que el paso luce en la actualidad y los varales son lisos, dando forma a un característico palio ochavado que parecía sumarse a la línea marcada inicialmente por la Hermandad de las Angustias años ha y más tarde por María Santísima de la Paz y Esperanza. Nuevamente, las flores empleadas en aquella Semana Santa del 83 – mayoritariamente claveles – volvían a ser de color rosa, incorporándolas también en las esquinas, dándole un aspecto más llamativo. Aunque incuestionablemente, uno de los detalles más interesantes de dicha instantánea sea la palpable ausencia de la talla de San Juan, indispensable en la escena de la conversación entre la Santísima Virgen y el amado discípulo.
Esta inusual estampa pudo ser, al parecer, el antecedente de un hecho que volvió a repetirse en la fecha del 2 de octubre de 1995, festividad del Santo Ángel de la Guarda. En este día, María Santísima del Amor fue la protagonista indiscutible de un solemne acto celebrado en la Catedral y durante el mismo, a la Virgen le fueron impuestos el fajín de honor y la medalla al mérito policial concedidos por la Dirección General de la Policía en el pasado mes de julio. Fue en esta ocasión en la que pudo verse de nuevo a la dolorosa del Pasión en absoluta soledad.
Ya para la citada fecha, la Virgen del Amor se mostraba al pueblo cordobés en un nuevo y lucido paso de palio que había sido estrenado en 1992, con respiraderos realizados por los célebres talleres de Villarreal y bambalinas según diseño de una figura tan influyente en nuestra Semana Santa como es Fray Ricardo de Córdoba.
Fotografía Alto Guadalquivir
Fotografía Alto Guadalquivir
Fotografía Alto Guadalquivir