Joaquín de Sierra i Fabra. Suspira el querubín al pensar en la gran musa que la historia del arte podría perder si aquellos que habitualmente cargan con trípodes no sustituyen sus útiles de trabajo por lienzos y pinceles para captar los sutiles encantos del modelo itinerante.
Suspiros alados por iglesias y parroquias que entre sus muros son testigos de tan singular belleza que rutilante pasea en olor de multitudes regalando por aquí y por allá sonrisa tan singular en cordial agradecimiento por la rúbrica prestada.
Suspira el querubín al preguntarse si no debería estar prohibida tanta hermosura paseante o bien si nadie echará de menos a la musa en la comisaría donde deberían estar detenidos tanto ella como su asesor de imagen.
