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martes, 17 de enero de 2017

Dos historias recientes con un nexo común


Esther Mª Ojeda. Es habitual que sean las hermandades de gran arraigo devocional y extensa historia aquellas en las que más se centren esas típicas miradas al pasado, con el atractivo añadido que siempre supone acercarse un poco más a la realidad cofrade de años y siglos pretéritos, trayéndonos al presente el recuerdo perdido de imágenes que pertenecieron a hermandades hoy desaparecidas, otras que en su día se convirtieron en objeto de un gran fervor popular, fueron titulares de cofradías para después ser reemplazadas por otras de nueva factura o estuvieron sometidas a distintas intervenciones que cambiaron para siempre su aspecto.

Esta costumbre nos conduce a menudo a ignorar la historia de las hermandades más jóvenes por el mero hecho de serlas, lo que a su vez nos hace pasar por alto los grandes cambios y fases que muchas de ellas también han experimentado en breves períodos de tiempo hasta llegar a ser las cofradías que conocemos a día de hoy.

La Hermandad de la Cena es sin duda un claro ejemplo de lo descrito previamente, pues como bien es sabido, la corporación del Jueves Santo se funda en 1985 en el escenario que tantas veces ha acogido y visto dar sus primeros pasos a otras hermandades como las de la Entrada Triunfal y la Estrella: la Parroquia de San Juan y Todos los Santos.

Aunque en un primer momento, la joven hermandad decidía encargar la imagen del titular al imaginero de Puente Genil, Francisco Palos Chaparro, siendo bendecida el 11 de abril de 1987, cinco años después la cofradía acordó encargar a Miguel Ángel González Jurado una nueva talla del Señor, quien planteó a sus miembros la posibilidad de afrontar un proyecto que incluyese también a los apóstoles con el fin de recrear una escena más completa y de mayor dramatismo, idea que fue finalmente aceptada.

Con el cambio de titular, ya convertido en realidad, poco antes de que la corporación pasase a integrar la nómina de cofradías del Jueves Santo cordobés, la Hermandad de la Cena se ponía por primera vez en la calle en la fecha del 31 de  año de 1994, partiendo desde la Iglesia de la Trinidad. Indudablemente, la ubicación de su primitiva sede, muy próxima al centro de la ciudad, ofrecía en aquellos primeros años un recorrido que la distancia sumada con el establecimiento en la Parroquia del Beato Álvaro impidió en años posteriores.

De aquella primera estación de penitencia, se han podido conservar fotografías como la que encabeza este artículo, en la que se puede apreciar la cofradía a su paso por Capitulares con Nuestro Padre Jesús de la Fe, escoltado por dos faroles a ambos lados y cuatro candelabros arbóreos encargados de iluminar un paso, de dimensiones evidentemente más reducidas que el actual, que portaba la sola efigie del Señor.

Debieron transcurrir dos años para que la Córdoba cofrade fuese por primera vez testigo de la escena de la Sagrada Cena al completo, que por supuesto ya contaba con los 12 discípulos, también realizados por Miguel Ángel González Jurado, los cuales daban forma a una iconografía para la que todos se encontraban dispuestos alrededor de una mesa. Aquella salida procesional en la que la imagen de Judas parecía acaparar un buen número de miradas marcando una notable distancia con la del Señor, incluyó en su itinerario lugares tan emblemáticos como desaparecidos de su recorrido en la actualidad. Este es el caso de la Plaza de Capuchinos, tal y como se deja ver en la inusual y llamativa estampa que nos muestra la instantánea que acompaña estas líneas y en la que el misterio de la Cena comienza a alejarse de un símbolo cordobés de renombre como es el Cristo de los Faroles.

Por su parte, la Hermandad de la Estrella también se constituyó inicialmente en la Parroquia de San Juan y Todos los Santos – en el año 1981 –, con el incondicional apoyo del siempre recordado Antonio Gómez Aguilar y bajo el título de Hermandad Sacramental del Dulce Nombre de Jesús y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Ecce-Homo, Nuestro Padre Jesús de la Redención ante Caifás, Negaciones y Lágrimas de San Pedro y Nuestra Señora de la Estrella.

Bajo esa premisa, la fundación de la corporación del Lunes Santo se produjo al fin en la fecha del 2 de abril de 1982 en torno a dos antiguas imágenes, propiedad de la Iglesia de la Trinidad, que no formaban parte de ninguna cofradía: la del Santísimo Ecce-Homo y Nuestra Señora de los Remedios, Reina de Todos los Santos.

Como recordábamos en anteriores publicaciones de Gente de Paz, aquellos primeros años no fueron nada fáciles para la recién nacida hermandad ya que aumentar la nómina de hermanos parecía un objetivo inalcanzable, máxime teniendo en cuenta la existencia de las restantes cofradías que residían en la parroquia. No fue hasta mediados de la década cuando la reforma de los estatutos y el proyecto de incorporar unos nuevos titulares se materializarían dándole un nuevo impulso a la vida de la corporación. 

Esa consolidación llegaría a partir de la iniciativa de 1986 con la búsqueda de una nueva sede que sirviera para que la Hermandad de la Estrella saliese encontrase el respaldo de una feligresía que la ayudase a salir adelante con un futuro más certero. Ese futuro llegó de la mano de la Parroquia de San Fernando y de los vecinos de la Huerta de la Reina, quienes recibieron a la cofradía con los brazos abiertos con el traslado a su nuevo templo en 1987.

Dos años más tarde, en 1989, sería cuando definitivamente la Hermandad encargaría al propio Miguel Ángel González Jurado la talla del Señor, tras haber podido contemplar con satisfacción el modelado en barro que el imaginero había realizado previamente. La obra de Nuestro Padre Jesús de la Redención quedaba así concluida en la Cuaresma del año 1992, siendo bendecida el 5 de abril en una emotiva ceremonia – inmortalizada en la fotografía – que estuvo presidida por Antonio Evans.

Dos historias recientes de la Córdoba Cofrade, con un nexo, con un punto de unión, la creatividad del imaginero cordobés nacido en Stuttgart, de cuya gubia nacieron dos de las imágenes devocionales en torno a las cuales se iría fraguando a lo largo de los años dos de las hermandades más pujantes de nuestra actual realidad.




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