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lunes, 23 de enero de 2017

La vinculación entre Rocío y Lágrimas y San Francisco de Sales, patrón de los periodistas


Carlos Gómez. “Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrad siempre con tranquilidad y calma”. Esta es una de las muchas frases que dejó para la posteridad San Francisco de Sales cuya festividad litúrgica la iglesia católica celebra cada 24 de enero. Doctor de la Iglesia, conocido como el santo de la amabilidad, luchó varios años de su vida para dominar su ira y logró la conversión de muchos, en una época convulsa para el cristianismo a causa de las tensiones protestantes.

Nació en el castillo de Sales, en Saboya, en 1567. Desde su más tierna infancia tuvo una sólida formación integral que determinó toda su vida. A los 24 años obtuvo su doctorado en leyes y posteriormente, junto a su familia, mantuvo una vida ordinaria de joven de la nobleza, hasta que contraviniendo los deseos de su padre decidió consagrarse al servicio de Dios. Vistió la sotana el día que obtuvo la aprobación de su papá y recibió el orden del sacerdocio seis meses después. Ejerció el sacerdocio entre los más necesitados con mucho cariño y sus predilectos eran los de cuna humilde.

Con el fin de tocar los corazones de la población, el santo empezó a escribir panfletos que repartía entre los ciudadanos en los que exponía la doctrina de la Iglesia y refutaba a los calvinistas. Un auténtico ejercicio de periodismo católico certero y astuto. Se dice que con ellos logró la conversión de más de sesenta mil calvinistas Estos escritos más tarde formarían el volumen de sus famosas “Controversias”, su gran obra, uno de los libros más leídos en la edad moderna y la causa de que fuese nombrado patrón de la prensa. San Francisco de Sales fue canonizado en 1665. En 1878 el Papa Pío IX lo declaró Doctor de la Iglesia. San Juan Bosco tomaría al “santo de la amabilidad” como patrono de su congregación y como modelo para el servicio que los salesianos deben brindar a los jóvenes.

Muchos conocerán la historia de San Francisco de Sales, incluso muchos serán conocedores de su condición de patrón de los periodistas. Lo que menos conocerán es de su vinculación con una hermandad cordobesa, en base a la reliquia que del santo porta su dolorosa. En efecto, María Santísima del Rocío y Lágrimas, lleva en su mano izquierda un relicario que contiene una reliquia documentada de San Francisco de Sales, que fue cedida por el párroco de la Trinidad, José Juan Jimenez Güeto en 2011 y desde entonces forma parte de la imagen característica de la hermosísima dolorosa que tallase el imaginero Francisco Romero Zafra quien, en la última restauración a la que sometió a la Reina del Buen Pastor, le incorporó un sistema para que portase el relicario.

Desde entonces cada 24 de enero es un día que goza de un especial significado en el corazón de la Judería cordobesa, en recuerdo de un hombre que luchó por difundir la verdad entre sus semejantes, un santo que defendió a los cuatro vientos que “se aprende a hablar, hablando, a estudiar, estudiando, a trabajar, trabajando, a amar, amando”; un periodista que ejerció su labor vocacional contando y escuchando, siendo fiel a sí mismo, sin dejarse influir por terceros, esencia misma del buen periodista de quien ejerce su patronazgo, “dejando que digan, escuchando, sufriendo todo; sin espantarse por nada y continuando con fidelidad y buen ánimo”; un hombre cuya filosofía de vida se resume en la célebre frase con la que abríamos este artículo: “Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrar siempre con tranquilidad y calma”. Así ha de obrar el ser humano, el buen periodista, el buen capataz o el buen dirigente cofrade, analizando, sopesando y finalmente decidiendo. Toda una declaración de intenciones y una verdad absoluta para cualquier orden de la vida. Tomemos buena nota y obremos en consecuencia.

Foto Antonio Poyato


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