La basílica del Juramento de San Rafael, donde se rinde culto a la imagen más venerada del Custodio de Córdoba, fue objeto en la madrugada del sábado al domingo de un pequeño robo, que si no llegó a más fue gracias a la alarma que obligó a escapar a los asaltantes.
El hermano mayor de San Rafael, Julián Hurtado de Molina, confirmó a ABC que los autores entraron en el templo por una de las dos casas anexas, que tienen acceso a la iglesia. Se trata de la llamada «casa del cura», cuya puerta estaba forzada.
Una vez en el interior, vaciaron dos de los cepillos en los que se recogen las limosnas de los fieles y sustrayeron dos rosarios de otras tantas imágenes de la Virgen que se veneran en la iglesia: una Dolorosa y la titular del Apostolado de Fátima. No dio tiempo a más porque saltó la alarma, lo que alertó al sacristán, que se personó enseguida en la iglesia.
Según su testimonio, los ladrones podrían haber utilizado linternas, porque pudo ver luces de este tipo en el interior del templo. La primera hipótesis es que no eran demasiado expertos, ya que intentaron desconectar la alarma por el procedimiento de cortar los cables del aparato para inutilizarla. En lugar de conseguirlo lo que consiguieron fue que saltara y se abortara el asalto. Esto hizo que tuvieran que salir del templo de forma precipitada y que el botín fuese poco importante.
Así, Julián Hurtado de Molina explicó que no se ha cuantificado el dinero que se llevaron, por estar dentro de los cepillos, pero sí aseguró que será «una cantidad poco importante». Tampoco hay que lamentar daños al patrimonio, fuera del haberse forzado la puerta para entrar a la iglesia. El hecho se ha denunciado a la Policía, confirmó el hermano mayor de San Rafael.