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viernes, 15 de noviembre de 2013

Verde Esperanza: Ansias de ¿poder? cofrade

Siempre he manifestado mi rechazo a la idea de mezclar el mundo de las cofradías con otros mundos: el ideológico, el político… En este artículo no me voy a detener en la inconveniencia de que las Hermandades se posicionen a favor una u otra ideología, o manifiesten determinadas posiciones políticas. Quiero hablar sobre lo peligroso que resulta mezclar la política con las Hermandades, especialmente en el sentido de querer jugar a ser político en el seno de las mismas.

El ansia de poder es tan antigua como el hombre. En tiempos de Jesús, era un mal muy extendido, y Jesús lo reprendía públicamente. Algo que terminó por costarle la vida. Él denunciaba, entre otras cosas, la utilización del nombre de Dios para lograr una buena posición o dinero. ¿No es esto trasladable a la actualidad de las Cofradías? Hace no mucho observé un bochornoso espectáculo en la Basílica de la Macarena de Sevilla, en el que unos ¿cofrades? celebraban la victoria electoral de su candidato como si se tratara de la consecución de un título futbolero, olvidando el lugar en el que estaban y a lo que representaban. Algo que me hizo pensar… Estamos perdiendo el norte, una vez más.


Parece que todo vale para lograr un puesto en una junta de una Hermandad. Se olvida que en las Hermandades se está de paso, que estas han existido desde siempre y muchísima gente ha pasado por ellas, dejando más o menos huella. Eso es lo de menos. Lo de más es que el único denominador común histórico en las Hermandades suelen ser los sagrados titulares, que, en definitiva, representan a Jesús o a María. Quienes forman parte de las juntas de gobierno lo único que poseen es una responsabilidad: la de salvaguardar el patrimonio cultural y humano de la Hermandad, la de dejar una herencia como la que ellos recibieron a los futuros hermanos de la corporación. Lo más grave es que volvemos a idolatrar a otros elementos -en este caso el (falso) poder- como si fueran Dios. Y, que yo sepa, el verdadero poder no lo tienen los hombres, en este caso, los hombres que componen las juntas de las Hermandades. El poder lo tiene el de arriba, lo demás, no es poder. Es un anhelo natural del ser humano que no debería entrar entre los anhelos cofrades. El único poder que Dios otorgó al hombre es el de poder amarnos los unos a los otros como él nos amó.


José Barea

















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