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miércoles, 4 de diciembre de 2013

El Cirineo: El Señor de los cordobeses

El pasado fin de semana, el pueblo de Córdoba vivió un acontecimiento histórico, de esos que se recuerdan con el paso de los años y que únicamente viven unas cuantas generaciones. No todos los días, una imagen devocional de la importancia de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado cumple siglos. 

Aquél al que todos llamamos en esta ciudad el Señor de Córdoba, lució magnífico con su nueva túnica, regalo de sus hijos cirineos, en el extraordinario paso que tallara José Carlos Rubio con un original exorno de rosas, diferente al que habitualmente presenta cada Domingo de Ramos. Estuvimos con Él muchos cofrades, formando parte de su cortejo o siendo orilla de su bendito caminar, mientras sonaban las notas de la Banda de Nuestra Señora de la Salud cuando buscaba la Santa Iglesia Catedral y por vez primera el compás de los suyos, Su Banda, cuando navegaba de regreso a su Reino del Alpargate.

Pero no es una crónica para el recuerdo lo que os quisiera contar. Otros han glosado sus pasos desde que volvió a su hogar cuando el sol del domingo abandonó el azul del cielo mucho mejor de lo que yo podría hacerlo. Porque tras mirarle fijamente a los ojos y rezarle en silencio, miré a su alrededor y lo que ví me dolió en lo más profundo de mi alma, como me duele cada Jueves Santo ver esas mareas que buscan desesperadamente una acrobacia imposible de aquellos que gritan ser el novio de la muerte sin prestar la más mínima atención a una de las Imágenes más maravillosas de nuestra Semana Santa.

Entristecido y enfadado, ¿por qué negarlo?, comprobé que el Señor de Córdoba iba acompañado de muchos menos de los que Su Divina Majestad merece, los suyos, los de verdad, los que están a su lado 365 días al año. ¿Dónde estaban aquellos que pregonan su condición de cordobeses y prefieren un miserable partido de fútbol a su Divino semblante?. ¿Dónde todos aquellos que regalan empujones cada Domingo de Ramos para situarse tras Él y ocupar un lugar de privilegio ante los palcos y las cámaras televisivas en Carrera Oficial?. ¿Dónde los que cada año le siguen comiendo, charlando y bebiendo en lugar de vestir túnica nazarena y que ahora podrían explicar qué es lo que realmente siguen? ¿Dónde estaban el pasado domingo?. ¿Tan intempestiva era la hora que no fueron capaces ni siquiera de acercarse hasta Él unos minutos?. ¿Cuál fue el motivo de su ausencia?, ¿tal vez una siesta?, ¿un perol?, ¿una copa con amigos?, ¿algo que realmente no hubiesen podido hacer cualquier otro insípido domingo de su existencia?. Y sin embargo olvidaron que Él estaba ahí, esperando su presencia, bendiciendo a los que Sí quisimos buscarle y tuvimos la suerte de disfrutar de aquellas imágenes históricas...

Él es Dios y Padre Misericordioso que sin lugar a dudas olvida el agravio de los que dicen quererle y no estuvieron para caminar a su lado. Por eso siempre será Señor de todos los cordobeses, de los que lo merecen y de los que no.

El próximo Domingo de Ramos volveremos a contemplar con sorpresa esa inmensa masa humana que se agolpa tras su paso, pero ahora sabremos la verdad. Muchos de los que allí estén, lo harán por cualquier razón que un buen sociólogo seguro sabría explicar, pero no por Jesús Rescatado. La mayoría de ellos han demostrado que Él no les importa en absoluto. Quizá la tradición, quizá la foto, quizá hacer lo que muchos otros hacen y siempre han hecho, padres e hijos, de generación en generación... pero no Él.

¿Se imaginan por un momento que Jesús del Gran Poder hubiese salido a las calles de Sevilla el domingo pasado a celebrar siglos de existencia?. ¿Cómo habrían estado las calles de la tierra de Bécquer, de sevillanos, de cordobeses y de gentes de todo el Universo Cofrade?. Luego, muchos de los que no estuvieron a su lado, se rasgarán las vestiduras cuando los cofrades cordobeses miremos hacia la ciudad de la Giralda y nos dirán que menospreciamos lo nuestro, cuando en realidad los que lo minimizan son ellos, los cordobitas de capa y sombrero de ala ancha que sólo lo son para ir de perol el día de la Romería de Santo Domingo o para decir a boca llena que siempre han sido del Córdoba, después de haber devorado con avidez los goles del Real Madrid o del Barcelona por televisión.

¿Y si en lugar de tocar dos bandas cordobesas hubiese sido alguna famosa banda sevillana la que hubiese ocupado su lugar?. ¿Hubiese tal vez estado lleno todo el itinerario de esa juventud que se autodenomina cofrade y que no es más aficionada a las cornetas, los tambores, la faja y el costal?

A lo mejor es que nuestra realidad cofrade está enferma y no nos hemos dado cuenta. Enferma de un laicismo galopante que trivializa todo lo que toca y ha contaminado la esencia más profunda de nuestras hermandades. Enferma porque las propias hermandades olvidan lo que de verdad importa y reducen su ser a contratar dos grandes bandas y bordar un manto olvidando sus propios cultos, la caridad y la formación. Esa formación de la que carecen mayoritariamente nuestros jóvenes y no tan jóvenes, salvo honrosas excepciones autodidactas. Esa juventud sobre cuyos hombros deberá descansar el futuro de nuestras cofradías y deberá enseñar al pueblo a apreciar lo que debe ser apreciado y a la que jamás le han explicado el significado de una Cruz de Guía o por qué un palio de una hermandad de capa no puede llevar servidores vestidos de librea.

No se si estaremos a tiempo de superar la enfermedad, quiero creer es reversible, aunque cada día que pase sin el tratamiento adecuado, el enfermo tendrá menos probabilidad de sanar. En nuestras manos está. Luchemos por conseguirlo.


Guillermo Rodríguez





Recordatorio El Cirineo











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