Una jornada de estrenos, de oración, silencio, oraciones, luto y tambores roncos. Las localidades de la provincia disfrutaron de un Lunes Santo espléndido, marcado por la oración y por el buen hacer de hermanos, costaleros y bandas de música, en la que la demostraron que la tradición cofrade se mantiene viva.
Cabra
Mucha expectación en la plaza de Aguilar y Eslava para contemplar la salida de la hermandad del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora del Rosario, que estrenó una nueva canastilla para su paso de misterio realizada en madera de cedro real por los talleres de Antonio Alcántara, de Montemayor. Tras él, el paso de palio de la Virgen del Rosario, ópera prima del imaginero y restaurador egabrense Salvador Guzmán, portada con buen hacer por los hombres que comanda Rafael Mérida. Digna de reseña fue la parte musical de este paso ofrecida por la banda sinfónica municipal de Ogíjares (Granada), joven formación musical que interpretó de manera magistral una selección de marchas muy cuidada y adecuada al estilo de esta dolorosa del Lunes Santo. Los contrastes de la Semana Mayor quedan patentes en esta jornada puesto que, tras la elegancia y el sonido intenso percibido en la collación de los Remedios, los cofrades egabrenses se pasan al luto, el rigor y el rezo del vía crucis de una hermandad de negro. Se trata del Santísimo Cristo de la Sangre, que desde la parroquia de la Asunción y Ángeles realizó su estación de penitencia a través de las empedradas y vetustas calles del viejo barrio del Cerro. Un silencio sólo roto por los 33 tambores enlutaos que acompañan al cortejo y el incisivo sonido del cornetín que anunció cada una de las estaciones del rezo doloroso.
Lucena
Tan sólo una cofradía realizó estación de penitencia ayer. Se trata de la hermandad franciscana de Pasión, corporación que con sus tres pasos llena las calles del centro de la ciudad aportando ese sabor añejo propio de las imágenes señeras que conforman su cortejo. El portón del convento de Madre de Dios se abrió para facilitar la salida, en primer lugar, del Santísimo Cristo de Medinaceli que sobre un paso que perteneció antaño al misterio cordobés del Desprecio de Herodes, obra de Guzmán Bejarano, se convierte en uno de los más espectaculares de la Semana Santa lucentina. Tras él, la Virgen de las Angustias o Virgen de Piedra, como es popularmente conocido este grupo escultórico, seguida de la imagen bajo palio de María Santísima de la Pasión y Ánimas.
Montilla
Un cielo gris de anochecer recibía ayer al Cristo del Perdón en el llanete de San Agustín. La única procesión del Lunes Santo montillano salió a las nueve del antiguo templo agustino. El ronco sonido de los tambores tras la cruz de guía abrió un cortejo de 300 nazarenos en negro riguroso que iluminan el camino del Cristo del Perdón, un crucificado que salió en procesión bajo esta advocación en 1992 tras una necesaria rehabilitación. La pequeña imagen, portada por mujeres y sobre un monte de claveles rojos, llama al recogimiento en su avance por la noche montillana, en una jornada de tranquilidad cofrade entre la algarabía del Domingo de Ramos y una apretada tarde de martes en la que saldrán en procesión tres hermandades.
Baena
La cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima, es la encargada de engalanar las calles en la noche del Lunes Santo. Así ocurrió ayer, pero como es tradición, lo hizo sin sus imágenes titulares, que permanecerán en el templo hasta la noche del Viernes Santo. En el día de ayer lo que tuvo lugar fue la celebración de un Miserere, esto es, el canto del salmo compuesto por el Rey David en señal de arrepentimiento. A pesar de que desde que se inicia la Cuaresma todos los viernes se celebra un miserere, no es hasta el Lunes Santo cuando los judíos de la cola blanca salen a la calle con toda su indumentaria. Este miserere, perteneciente a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, es uno de los más numerosos en cofrades y fueron muchos los baenenses y foráneos que salieron ayer a las calles deseosos de volver a emocionarse con las marchas de las centuria romana de Nuestra Señora de las Angustias, cuyos toques contrastan con el sonar ronco de los hermanos de María Magdalena, Los Enlutaos. Además participaron en el desfile los hermanos del Cristo de la Sangre, de San Juan y de la Vera Cruz.
Priego de Córdoba
La cofradía de María Santísima de los Dolores y el Cristo de la Buena Muerte realizó ayer una estación de penitencia especial, ya que después de varios años de elaboración, salió a la calle el nuevo trono de la Virgen. Elaborado por el artesano prieguense Cristóbal Cubero Molina, se trata de un trono de estilo barroco, y que sin duda ha sido uno de los grandes estrenos de la Semana Santa prieguense. Así, en torno a las nueve de la noche, la explanada de la ermita de El Calvario comenzó a llenarse de prieguenses para asistir a la salida de los dos titulares de esta hermandad. Poco a poco el rosario de penitentes ataviados con túnica negra y morada, iban desfilando por las vereíllas del Calvario, abriendo paso al Cristo de la Buena Muerte, escoltado por cuatro grandes antorchas y portado por sólo ocho costaleros y a María Santísima de los Dolores, que avanzaba serena e imponente en una magnífica noche de Lunes Santo, donde el tiempo también acompañó y propició el lucimiento de esta hermandad. La Banda de fanfarrias y tambores de la cofradía, acompañaba al Cristo, mientras que las marchas interpretadas por la Banda de la Escuela Municipal de Música y Danza de Priego, eran las encargadas de marcar el paso de los costaleros de la Virgen en su largo recorrido hasta la Asunción.
Puente Genil
La Antigua Hermandad y Cofradía Sacramental de la Sagrada Cena de Jesús y María Santísima del Amores una de las más conocidas y queridas de la localidad. La envergadura de un paso como el de la Santa Cena da más valor aún al trabajo de los costaleros. La Virgen destaca por la dulzura y belleza de su rostro, y la suavidad con la que es mecida por sus costaleros durante todo el recorrido. El desfile procesional, que salió a las 19:00 desde la parroquia de San José, cuenta con momentos espectaculares, como la salida de la Virgen, acompañada por una gran suelta de palomas, el paso de la Santa Cena por las calles Veracruz, Santos y Cosano, donde los costaleros tienen que hacer alarde de pericia, y la subida de ambos pasos por la cuesta Baena, algo que pone a prueba la fuerza de los costaleros. En este desfile también destaca la emotividad del encierro.
Palma del Río
La hermandad del Santísimo Cristo de las Aguas realizó su estación de penitencia en vía crucis, que partió de la parroquia de San Francisco a las 21.00. Los hermanos nazarenos, ataviados en tonos beige y azul marino, desfilaron por el centro de Palma del Río con faroles de mano, libros de rezos y con el único acompañamiento musical del tañer de una campana y el canto de los hermanos y resto de fieles. La hermandad del Crucificado, que llevó a su titular portado por ocho nazarenos, hizo estación de penitencia por la plaza de Chaparro, la calle del Caño, la Plaza de Melchor Continente, calle Feria y Madre Carmen aunque, especialmente sobrecogedor, resultó la procesión a su paso por la Fuentecilla de los Frailes, el arco de Santa Clara y por la calle del Cardenal Portocarrero.
Recordatorio Palmas, niños y tambores para una jornada triunfal