Estamos llegando al final de la Semana Santa, sin embargo, nos quedan aún por vivir los días grandes.
Hoy, no vengo a hablarles de lo que llevamos vivido en esta Semana, sólo la perspectiva del tiempo y el espacio me darán la suficiente óptica y objetividad para hablar de ello. En el día de hoy, quisiera darle las gracias a aquellas personas que son el pilar de mi vida. A mi madre que, como cada año, desde que tengo uso de razón, prepara con ese mimo que sólo tienen ellas, mi hábito de nazarena y la ropa de mi hermano. A mi hermano David, por seguir conmigo esta bendita tradición, que nuestros padres nos han legado como el mayor de los tesoros. A mi marido, por acompañarme en esta semana de locura y soportar mis nervios previos. A mis compañeros de Gente de Paz, por esos buenos ratos compartidos a través de las nuevas tecnologías, comentando los días de la Semana de Pasión.
A vosotros, queridos lectores, deciros que mi corazón hoy, Jueves Santo, no está de negro luto por al muerte del Señor. Hoy es de color verde Esperanza y morado lirio.
Podéis pensar que estoy loca, puede ser.
Podéis pensar que estoy loca, puede ser.
Mi corazón es verde Esperanza que derrama gracia al Guadalquivir que va hasta El Rocío. Verde Esperanza y morado como el romero y el lirio que adornan la vara que acompaña al caminante, al que sufre hasta llegar a las plantas de la Reina Marismeña. Verde Esperanza como los pinos que dan sombra al Simpecado y peregrinos.
Pensaréis que me estoy adelantando, que es demasiado pronto para pensar en Pentecostés, pero sólo quedan 3 días para que el pueblo de Almonte elija al Hermano Mayor de la Romería 2014. El Rocío de este año...¡está aquí ya!
En mi casa ya se escucha hablar de arenas, de ríos, de noche bajo las estrellas, al son de Coronación de la Macarena, Rocío o Encarnación Coronada. El ruán de la túnica de la Hermandad del Señor que expira su último soplo de vida, se entremezcla con volantes y flores de colores.
Los rocieros, cuando llegue el Domingo de Resurrección, seguiremos de celebración. Y lo haremos porque seguiremos esperando. Seguiremos creyendo en Él, porque sabemos que vendrá a nosotros. Los rocieros somos conscientes que ese día es sólo el comienzo; el comienzo de nuestra particular Cuaresma que dura 50 días.
Raquel Medina Rodríguez