Todo empezaba como un sueño el miércoles tarde en la casa de hermandad, cuando se empezaron a escuchar los primeros vivas, los primeros compases de sevillanas. 23:55 horas, como cada año el Grupo Joven muestra el vídeo que nos conduce a la hora mágica de cantar la Salve a la Señora flanqueando la carreta engalanada.
El sueño llegó a su final al escuchar el repique de campanas de San Pablo, al oler el aroma del romero por la calle y al empezar la Misa de Romeros, celebrada en esta ocasión por el Superior Provincial de los Misioneros Claretianos. Poco a poco, la espera se acababa. Y por fin, bajo los rayos de sol cordobés el Bendito y Glorioso Simpecao blanco y oro se entronizó en la carreta, exornada como colores peregrinos. Una saludo a la corporación municipal y vamos que nos vamos, ¡que San Rafael impaciente está esperando! Antes una parada, una salve ante la parroquia de San Andrés, donde las Hermandades del Buen Suceso y la Esperanza esperaban a la Virgen con un hermoso altar.
Poco a poco, a paso de bueyes, la carreta con el Simpecao llegó a los pies del primer peregrino cordobés, nuestro Custodio, para pedirle protección y amparo en el peregrinar hasta llegar a los pies de María Santísima del Rocío.
Y no podía dejar de ir a visitar la parroquia del barrio madre, como bien dijo en los vivas D. Bernabé Jiménez, Hermano Mayor de la filial número 51 rociera. Emotiva imagen la carreta frente al fernandino templo de San Lorenzo, donde las hermandades de Villaviciosa, Ánimas, Calvario y Prendimiento, estaban esperando para despedir a la hermandad.
Aguardaba aún el encuentro con la que es Reina del Mar, la perla marinera cordobesa. En el Carmen de Puerta Nueva, esperaba la representación de la Venerable Orden Tercera del Carmen y Asociación del Santo Escapulario, delante de un precioso y humilde altar, realizado por el grupo joven de esta corporación.
Ya con el sol más bajo en el horizonte, la Hermandad del Rocío enfiló la calle Don Rodrigo, impaciente buscando el Guadalquivir no sin antes recibir el corazón de los rocieros más jóvenes en forma de pétalos de flor. Un corazón que recogió el Pastorcito para llevarlo entre sus manos. Otra parada y una salve ante el monumento de la Señora de los jardines que llevan su nombre. Unos cantes de ángeles te rezaron y lágrimas rodaron por las mejillas de los que se quedaban en Córdoba.
Ya faltaba poco para que la Hermandad se despidiera de la ciudad en la Plaza de Santa Teresa, momento que se produjo cuando el sol ya se escondía y la tarde languidecía sobre la ciudad impaciente que comienza la primera el camino para ver a la Reina de las Marismas.
Raquel Medina
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