Hoy me planteo abordar un tema algo espinoso, incluso complicado. Trataré
de ser lo más elocuente posible. Alguna vez he escrito, en referencia a las
Cofradías, que no me gusta hacer demagogia con la caridad y que no hay que dejar
de darle oportunidades de trabajo a orfebres, tallistas, bandas, imagineros…
Que no se entienda el artículo de hoy como un cambio de rumbo. Lo que
ocurre es que, en mi opinión, los extremos nunca son buenos. Si es malo que de
repente todos los artesanos que comenté anteriormente se queden sin trabajo,
igual de nocivo es que tengan que hacer todo el trabajo de un año para otro. Me
explico, evidentemente a esos artesanos no les perjudica. Lo que es negativo es
que en los tiempos de crisis que, directa o indirectamente, sin duda afectan a
las Hermandades, estas acometan proyectos colosales.
No es de recibo que una corporación se encapriche en cambiar el paso de
misterio por completo de un año para otro, y que al siguiente venga
prácticamente tallado. Tampoco lo es que veamos escenas en las que pasos de
misterio y de palio sufren aguaceros significativos (gracias a Dios no ha sido
este el año de hablar de eso, pero el problema no desaparece). Incluso recuerdo
hace un tiempo que una Hermandad hizo la mudá de su paso de misterio bajo una
lluvia intensa, con todo lo que ello conlleva. Eso se traduce después en
restauraciones, que ni son ni deben ser gratis. Lo que es seguro es que son
evitables. Me refiero, en definitiva, a hacer derroches económicos sin necesidad
real. No es tiempo de acometer proyectos colosales económicamente hablando.
Que no se me malinterprete, como ya digo no se trata de dejar sin trabajo
a los artesanos. Si una Hermandad ha de renovar su paso de misterio porque el
antiguo no esté a la altura de la imagen o se encuentra deteriorado,
evidentemente existe una necesidad de cambio. Se trata de mantener un
equilibrio, como tantas cosas en la vida. Ni derrochar, ni ser austero de forma
exagerada. En estos tiempos duros que corren hay que prestar especial atención
a los más necesitados, que claman en silencio por poder comer una vez al día.
Y, sobretodo, no descuidar las obras sociales, brindarle oportunidades a todos
aquellos que las necesitan. Las Hermandades también hemos de ser motor de
cambio social, siguiendo el ejemplo de Jesús en todo momento. El momento de
realizar proyectos grandiosos llegará cuando Dios quiera, pero desde luego, no
es ahora.
José Barea
Recordatorio Verde Esperanza: Becerros de Oro