¿Hay alguien en Sevilla y su provincia que le guste este negocio y no conozca a nadie de la saga de los Santiago? Hombre como poder haberlos, los habrá seguro, pero quien no lo sabe es que no casa mucho con el mundo de las cofradías y menos con el de las trabajaderas.
Hablar de los Santiago, es hablar
de arte y de maestría a la hora de mandar un paso, es hablar capataces en
mayúsculas y un pilar fundamental, por no decir primario, sobre el que sustenta
todo el devenir de las actuales cuadrillas de hermanos costaleros, empezando
por Manuel Santiago y terminando por su nieto Manuel Antonio Santiago. Por
supuesto ni que decir tiene que pasando sin duda por el capataz más laureado de
Sevilla y el que ni más ni menos tiene el privilegio de pasear cada Madrugá a
la Señora de San Gil y de Sevilla, la Esperanza Macarena. Antonio Santiago el
capataz que más pasos saca en Sevilla.
Era una fría y lluviosa tarde de
Enero, más concretamente el mismo día 24 día de la Paz, a escasas horas de
celebrarse la función de la dolorosa del Domingo de Ramos. Quedamos con Antonio
en una céntrica cafetería de su vecina Plaza Ponce de León. Lo primero que nos
comenta Antonio es cuando le aparecíó esa semilla que le hacía presagiar que el
mundo de las cofradías iba ser su mundo. “En principio, yo veía a mi padre
pasar por las sillas que nosotros teníamos en la Avenida de la Constitución y
de pequeño él quería que yo llamara al paso, el dando la voz y yo tocaba el
martillo cuando él me lo indicaba” Qué tiempos aquellos eh!, ahora Antonio
Santiago, médico de profesión, tiene un
nombre ya hecho en Sevilla, al igual que su padre lo tuvo y siempre lo
tendrá. Antonio en la actualidad es capataz de las siguientes Hermandades de
Penitencia : La Misión, La Paz, Las Penas de San Vicente, Los Estudiantes, El
Cristo de Burgos, Los Negritos, La Macarena, La Mortaja y la Resurrección, si a
esto le sumamos su currículum en Hermandades de Gloria..: San José Obrero,
Carmen de Calatrava, Pastora de Santa Marina, Reina de Todos Los Santos,
Inmaculado Corazón de María del Claret, Inmaculado Corazón de Torreblanca,
Virgen del Pilar, la Asunción de Cantillana…, si a esto le sumamos los
martillos que ha tocado con su padre alguna vez, se podría decir que ha tocado
los martillos de casi todas las Hermandades y Cofradías de Sevilla. A los trece
años fue cuando Antonio sintió el gusanillo del mundo del costal por primera
vez “ Con trece años viví una experiencia muy bonita, tuve la ocasión de vivir
una salida extraordinaria de la Virgen de las Angustias de los Gitanos, por
entonces era un mundo muy restringido. Yo era mucho más alto que la cuadrilla
de costaleros que llevaba Salvador en el paso de Cristo y era joven. Ahí es
cuando yo le dije a mi padre, Papá yo quiero ser costalero. Entonces mi padre
recondujo ese interés de salir debajo
por salir también por fuera, no me lo planteé pero yo quería estar con él y así
empecé”. Hablando de la primera vez que Antonio se metió fue con una temprana
edad “Con veintiún años yo me metí debajo del Cristo de la Exaltación, todos
éramos hermanos. Los costaleros del palio sí eran todavía profesionales”.
Nos extrapolamos a los tiempos y
empezamos hablando de la génesis de la saga de los Santiago, ¿Cómo nace este
impulso al mundo de las trabajaderas? Está claro que hay dos nombres propios
Salvador Dorado “El Penitente” y Manuel Santiago. Aunque todo empieza realmente
de la mano del abuelo de Antonio Santiago, el cual tenía una tienda de calzados
en la calle Almirante Apodaca y debido a la cercanía del establecimiento él era
hermano y Mayordomo de la Hermandad de la Exaltación. En esos años su abuelo,
tenía mucha amistad con Rafael Franco el capataz que más cofradías sacaba en
Sevilla y a raíz de las tertulias que ambos tenían, primero en el
establecimiento de calzados y que se
postergaban en el Rinconcillo, nace una amistad y un sentimiento hacia el mundo
del martillo, cuyo mayor exponente por aquellos años es Manolo Santiago “
Siendo mi padre joven, le dice a Rafael Franco, que quiere meterse de costalero
en el Cristo de la Exaltación, aunque su padre no quería y como se enterara se
iba a buscar una ruina. Entonces mi
padre, le insiste, le insiste y consigue meterse debajo del paso sin que su
padre lo supiese. Así que mi padre se estrena de costalero en el paso de
misterio de la Exaltación”
Pasan los años y Manuel sigue
fiel con la amistad de Rafael Franco y éste le pide que siga con él, pero
Manolo hace una promesa de salir de costalero con la Virgen de la Hiniesta cuyo
capataz era otro hombre fundamental en la saga de los Santiago, Salvador Dorado
“El Penitente”. Esto hace que Manolo y Salvador entablen una amistad, fuera de
los ámbitos cofrades y al año siguiente sucede un hecho que va a marcar la
historia de Manolo Santiago, según nos cuenta Antonio “ Mi padre iba con su
traje negro, alrededor del paso acompañando a Salvador y ya de vuelta, cercana
a la cofradía en la calle Duque Cornejo, Salvador le dijo a mi padre que
llamara al paso. Ese fue el estreno de mi padre delante de un paso, en este
caso en el de la Virgen de la Hiniesta. Al cabo de los años, mi padre continúa
con Salvador y una vez que fallece, el segundo capataz de Salvador Dorado, “
Espejito”, mi padre se encarga de los pasos que “ Espejito” llevaba los de
Cristo, entonces mi padre pasa de ser ayudante, a ser segundo capataz de
Salvador Dorado “ El Penitente” durante más de veinticinco años”.
A partir de 1978 a Manolo
Santiago, le ofrecen ya pasos con cuadrillas de hermanos costaleros, no
profesionales y acompañando a Luís León en la Macarena. En 1979 fundan y
organizan la primera cuadrilla de hermanos costaleros de la Hermandad de la
Paz.
Pero sin duda Manolo Santiago,
aparte de por su maestría llevando los pasos en Sevilla, siempre será recordado
por su carisma delante de ellos y las anécdotas que suman a lo largo de los
años que vivió como capataz. Una de ellas es como nos dice Antonio, la manera
tan peculiar que él tenía de marcar los tiempos antes de realizar una llamá “Cada
capataz tiene una forma de llamar, pero lo importante a la hora de llamar es marcar
los tiempos para que el costalero que está debajo, ese marcar los tiempos sean
exacto y acordes. Con el toque que él daba con la alianza en el respiradero de
los pasos de palio, lo único que pretendía era marcar los tiempos desde el “ A
esta es!” a tocar el martillo”.
En cuanto a la personalidad de Manolo, Antonio nos lo deja claro “Hay una cosa importante, las personas evolucionamos, entonces el Manolo Santiago con sesenta años, no era el Manolo de Santiago con cuarenta. Él en su forma de ser, era muy parecido a como se ve en los pasos. Era una persona muy extrovertida, amigo de todo el mundo, volcado en las necesidades de todos. Él lo que pasa que con la edad que tenía, podía ser el padre de mucho de sus costaleros, porque se movía con gente joven”
Como bien nos dice Antonio, fue
un hombre así tal cual se ve, se desvivía por sus amigos y las Hermandades y
nos dejaba estampas muy simpáticas delante de los pasos. También Manolo era un
poeta del martillo, nos regaló frases y arengas que siempre permanecerá en
nuestro recuerdo, míticas frases como “al hablar de legionarios ustedes, me
recuerdan a mi ese apodo que como arenga uso yo en los costaleros míos del
porvenir. Porque es que yo allí, como todo el mundo tendrá en sus cuadrillas,
yo allí, tengo una legión de tíos valientes, y los vi desde el primer día, los
veo que van a morir por Dios y por su madre bendita y que se entregan de
corazón. Y que yo no les podía llamar simplemente costalero, les tenía que
decir más cosas…” Refiriéndose como Legionarios del Porvenir a la cuadrilla de
hermanos costaleros del señor de la Victoria.
También en una emotiva
entrevista, que se le realizó en el Llamador, en la Cuaresma de 1994, después
de pasar una racha bastante delicada de salud, le dedicó una frase preciosa a
su Virgen de la Paz. “San Pedro vino de mandón y se encontró que la jardinera
del Porvenir es la que abre las puertas del cielo y la que le dice a San Pedro:
éste… para dentro porque lo digo yo… y ya está…por eso
me he quedado yo aquí con Ella.”
Anécdotas de Manolo hay
numerosas, como cuando un costalero se presentó a una de las Igualás suyas y
presumía de haber trabajado con él, cuando en realidad nunca lo había hecho.
Manolo le insistió varias veces que le dijera con quien había trabajado, y el chaval
orgulloso seguía diciendo que con él, con Manolo Santiago. Manolo lo pilló y le
dijo tú eres un “marcaembuste, porque tú nunca has trabajado con Manolo
Santiago, porque Manolo Santiago soy yo.
Pero te voy a decir una cosa, a partir de este momento sí vas a poder
decir que has trabajado con Manolo Santiago”.
En cuanto a las cofradías, Manolo
Santiago sentía especial predilección por los Estudiantes, por el Cristo de la
Buena Muerte, la Paz, la Resurrección donde fue miembro fundador y de la
Esperanza Macarena. Una penosa
enfermedad le postró en una silla de ruedas y poco después en Octubre de 1997,
el maestro Don Manuel Santiago Gil, falleció. Pocos días después Antonio, tuve
fuerzas para sacar a la Virgen del Rosario de la Macarena.
Otro de los históricos de la saga
de los Santiago, es sin duda el tío de Antonio Santiago, Gonzalo Santiago Gil,
taxista de profesión y con el mote del “pingüino” de lo joven que era en comparación al resto
de compañero de la trabajadera. Mítico patero de la última de Salvador Dorado “El
Penitente”. Como bien nos dice Antonio, una vez que falleció Manolo Santiago,
fue pieza clave en su equipo de auxiliares. “Cuando ya tuvo que soltar los
tratos, no quiso despegarse de este mundo, entonces le pidió a mi padre que si
podía seguir ligado a él y lo hizo como aguaó del Señor de la Victoria.
Entonces en el año 1990, yo me puse enfermo de un riñón y hubo de echar mano de
gente. Nosotros sacábamos una cofradía en Huelva y ese año yo cogí las Penas de
San Vicente, entonces mi padre continuó en Huelva y le pidió a Gonzalo que se
pusiera el traje de negro y le ayudara como capataz. A partir de ese momento ya
vino con nosotros ayudándonos y a raíz de la muerte de mi padre tomó mucho más
protagonismo con nosotros”.
Sin duda alguna hay cimientos muy
importantes en el futuro de los Santiago, uno de ellos es el hijo de Antonio,
Manuel Antonio Santiago Cabello, que debutó delante de los martillos el Domingo
de Ramos del años 2005 con tan sólo trece años de edad, para Antonio Santiago
que su hijo siga con la tradición es algo importante, por el apellido que lleva
“ Bueno, esto es una cosa que él ha vivido de chico, entonces es algo que él
ha vivido desde pequeño y que en algún
caso el ha salido de monaguillo, de nazareno, de acólito y yo le dije que las
puertas estaban abiertas para cuando él quisiera ir con nosotros. Bueno hombre,
yo creo que el disfruta tanto de costalero, como de capataz. Su primer año de
costalero fue el año pasado disfrutó muchísimo, su meta es seguir en las dos
cosas. El año pasado al ser yo el capataz y saber que él iba debajo sentí una
satisfacción muy grande, una preocupación por saber que iba bien y un
orgullo..” En cuanto a las exigencias lo
deja bien claro Antonio “Bueno, no es que yo le exija más, es que el apellido
que él lleva le va ser inexorablemente exigirse más a sí mismo”.
El otro pilar por el que se
fundamente esta saga, son los auxiliares
que Antonio lleva en cada paso que saca son varios (Ernesto Sanguino López,
Joaquín Rivas Giraldo, Jesús Díaz Cruz, José Javier Jiménez, Javier Prieto, José Luís Bernabé López “El
Guindi”, Rafael González Mayor, Pedro Ruipérez y Enrique Martínez) mención
especial a los recordados y añorado por todos como (Luis Mauriño Antúnez y
Cándido Cabello Hernández). Para Antonio, sus auxiliares son sus ojos y manos
en muchos momentos y lo deja bien claro “Son amigos para todo, nos queremos y
son gente que a través de los años tienen una muy buena formación de lo que
hacen. Yo no tengo el don de la ubicuidad y no puedo estar en dos sitios a la
vez, pues las personas que están en ese momento en un sitio donde yo no estoy,
son de mi plena confianza y para mí son
como si fuese yo, porque van a hacer las cosas maravillosamente bien y son de
mi responsabilidad, y si se equivocan, me equivoco yo”.
En muchas de las igualás y
ensayos, Antonio Santiago, por motivos de trabajo muchas veces no puede estar
presente en ella. Para ello su equipo de auxiliares en el que se ocupa
plenamente de igualar a los costaleros para meterlos en las trabajaderas y
poder hacer los ensayos, aunque el patrón del barco Antonio Santiago, no esté
presente.
Antonio, ni se plantea (y que
sean por muchos años ) dejar los martillos “ yo me encuentro bien, ni me lo
planteo, estoy en un buen momento dentro de mi trayectoria. Yo ahora no mando
los pasos como hace años, entonces la verdad es que no me planteo dejar los
pasos, estoy disfrutando, me encuentro bien físicamente y me queda cuerda para
rato”. Eso sí que no lo saquen de Sevilla, ciudad a la que ama, como su padre
que nos dejó frase tan bellas como ésta sobre su ciudad “ Porque cuando a un paso, se le rompe si
quiera una borlita de un borlón de una bambalina, se ha roto un pedacito de
Sevilla y yo no puedo alegrarme de eso
porque soy Sevillano al cien por cien.”
Como datos curiosos, a Antonio
Santiago, le han ofrecido sacar pasos fuera de Sevilla, en Castilla La Mancha y
otras provincias, pero él lo tiene claro, no se mueve de Sevilla “ Si me lo ofrecen no voy a ir, sabes…”
Con esa frase nos dejó a todos
tranquilos, queda años y años aún por disfrutar de este maestro del martillo.
Que si es buen profesional, aún es mejor persona. Nos terminamos de tomar el
café y seguimos hablando de cofradías, de Sevilla, del mundo del martillo y nos
fuimos con un sabor a inexorablemente sevillano en el paladar nuestro. Los
Santiago, una saga, que sabe y huele a Sevilla “por iguá”.