El distanciamiento abierto entre
las cofradías de la Semana Santa de León y el obispo de la Diócesis, Julián
López, se hizo patente por primera vez con hechos en la procesión del Corpus,
escenificado ayer en la decisión de no sacar a la calle los pasos que
habitualmente procesionan junto al Santísimo.
Al final de la procesión y en
modo estático. El decreto episcopal firmado el pasado 11 de junio limitaba la
presencia de la Virgen de la Alegría (Cofradía de Nuestra Señora de Angustias y
Soledad), Jesús Divino y Obrero (Real Hermandad de Jesús Divino Obrero), Santa
Marta (Hermandad de Santa Marta y la Sagrada Cena), Niño Jesús de Santa Marina,
San Isidro Labrador, Santo Tomás de Canterbury y San Crispín. Todas las
agrupaciones excepto el patrono de los zapateros, respondieron con la decisión
de dejar en casa sus tallas este año. Y para el año que viene, advierten ya de
que si continúa esta política, se plantean ausentarse de la procesión.
El cortejo procesional resultó
más lucido en su recta final gracias a la presencia de los familiares de los
niños de Primera Comunión. Calles más atrás, la estampa resultó un tanto
deslucida. En la calle Ancha, por ejemplo, apenas había espectadores siguiendo
el paso del desfile procesional y limitado el acompañamiento musical a la
presencia de la Banda Municipal, el apartado sonoro dio la sensación de
quedarse un tanto corto.
«Tenemos la ciudad repleta de
turistas que vienen a ver a José Tomás y les ofrecemos como promoción de la
Semana Santa una procesión deslucida y sosa, cuando podíamos haber conseguido
un gancho importante para el año que viene», lamentó amargamente al paso del
cortejo un experto en la Semana Santa leonesa.
El Obispado sostiene que la
medida de este año es excepcional y responde a la singularidad del 50
aniversario del VI Congreso Eucarístico Nacional y que el año próximo se
revertirá la situación a la de años anteriores. Las cofradías aguardan pero
recelan.