Casi con el mismo calor que hizo
en su día en la Semana Santa de este 2014, se celebró este domingo la procesión
del Corpus Christi en Valladolid. Nada menos que veinte cofradías
participantes, cada una con su correspondiente altar en el recorrido que partió
desde la Catedral, pasó por la Plaza Mayor, atravesó las calles Pasión y María
de Molina para terminar llegando al punto de inicio por Regalado.
Antes de la habitual plática del
arzobispo de Valladolid y recientemente nombrado presidente de la Conferencia
Episcopal Española, Ricardo Blázquez -quien por cierto se reunirá este lunes
con el Papa Francisco-, era el turno de la misa en la Catedral para poder
comenzar la procesión. Un acto sencillo, solemne, pues lo trascendente estaba
por llegar.
Mientras Blázquez celebraba el
oficio, las veinte cofradías participantes se engalanaban y hacían lo propio
para sus altares en las diferentes calles de la ciudad. Tan precioso como
improvisado museo con el que se encontraron todos aquellos que se echaron a la
urbe para disfrutar de este pequeño pedacito de Semana Santa en la novena
semana transcurrida desde el Domingo de Resurrección.
Y así fue como el paso de la
Sagrada Cena partió desde la Catedral hasta la Plaza Mayor. Las cornetas y
tambores, como si de abril se tratase, volvieron a desfilar hasta el
Ayuntamiento, donde se congregaron cientos de personas para escuchar las
palabras de Blázquez, que invitó a vivir la religión con pasión a todos los
presentes antes de trasladar el Santísimo desde el pequeño altar plantado a la
puerta del Consistorio hasta la custodia en la que procesionaría por
Valladolid.
Así continuó avance de la marcha,
entre un calor sofocante apenas aliviado por alguna nube en el cielo que hizo
sudar a los más devotos entre las ramas de romero esparcidas por el suelo ante
todos los altares y el clásico incienso. Hasta que se llegó a la Catedral de
nuevo. Ya tocará volver a las andadas el año que viene.