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viernes, 29 de agosto de 2014

1939: El inicio del renacer cofrade


El año I tras la Guerra Civil fue de reconstrucción, lenta y penosa, de las cofradías malagueñas

Las efemérides forman parte de la historia. En muchas ocasiones son dignas de celebrar, ya que traen recuerdos de etapas pretéritas, algunas nunca vividas. 75 años después de ser concebidas por escultores que aún miraban con tristeza atrás, a tiempos donde la destrucción se hizo protagonista, algunas de las imágenes más populares de la Semana Santa malagueña siguen siendo el centro de atención para muchas personas que guardan su fe en ellas.

Tras años de presencia, casi los mismos que una vida humana habitual, la historia guarda lugar para estas imágenes de posguerra, que han conseguido crear un vínculo inseparable con la sociedad malagueña. Obras de arte que guardan historias personales en su interior y que son capaces de transmitir sentimientos a la gente que acude a visitarlas.

El origen de las nuevas tallas

La década de los años treinta del siglo XX en la Málaga cofrade fue especialmente desafortunada. Tras la proclamación de la II República, en la madrugada del 11 al 12 de mayo de 1931, algunas turbas anticlericales acabaron con una gran parte de la producción imaginera sacra que poseía la ciudad. Desaparecían así tallas de la valía artística del Cristo de la Buena Muerte, de Pedro de Mena, o el Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso El Moreno, dejando a la ciudad huérfana de muchas de sus principales imágenes devocionales. La Guerra Civil en la ciudad, que se prolongó desde julio de 1936 hasta febrero de 1937, terminó con las pocas imágenes que se habían conservado en el culto público.

La llegada del régimen franquista, apoyado por la Iglesia Católica, mantuvo viva la llama de los cofrades en Málaga, que debían reconstruir su patrimonio en un contexto difícil, donde el hambre llamaba a la puerta y la necesidad de aferrarse a una esperanza para sobrevivir estaba en el orden del día.

En 1938 comenzarían a llegar las primeras imágenes que, posteriormente, una vez iniciada la década de los cuarenta, aumentarían en su producción, terminada la contienda civil en el resto del país. De la escuela granadina llegaría la imagen de Jesús Cautivo, realizada por José Martín Simón, que años antes había realizado el Cristo de la Sentencia. La cofradía, nacida en 1934 con la advocación de la Virgen de la Trinidad, encargó al imaginero un Ecce Homo, tallado completamente y sufragado por suscripción popular. Sin embargo, la comisión de Arte Sacro del Obispado de Málaga no veía con buenos ojos que una imagen recibiese culto sin vestir, solo con el paño de pureza. Para ello, el hermano de la cofradía Francisco Ortega Carrasco improvisó una túnica con un retal de la casa de telas Modesto Escobar, en la que trabajaba. La impronta de Jesús Cautivo quedaría marcada para siempre, condicionada por el anacronismo de la túnica en referencia al momento que representa, pero convirtiéndose en un símbolo, el Señor de Málaga. En 1939 apareció por primera vez en San Pablo revestido con la túnica, y procesionó por primera vez en la noche del Lunes Santo de 1940.

La cofradía pretendía celebrar, enmarcada entre la fecha de creación y la de primera salida procesional, una procesión extraordinaria para celebrar dicha efeméride. Sin embargo, desde la Delegación de Hermandades y Cofradías se ha rechazado dicha propuesta. La última vez que la imagen salió en procesión fuera de las fechas habituales fue en el año 2009, con la celebración del 75 aniversario de la corporación nazarena.

De Granada llegaría también, en ese mismo año, la imagen de Jesús del Santo Sepulcro, obra de Nicolás Prados López. El Sagrado Titular, que actualmente recibe culto en la capilla de Santa Ana del Císter, se vería unido a la obra del malagueño José Merino Román, que realizó la talla de la Virgen de la Soledad. Su origen se encuentra, sin embargo, en la creación de la obra para la Hermandad de los Gitanos de Sevilla, que no quedó satisfecha con el resultado, ya que no se trataba de una réplica exacta de su Sagrada Imagen, destruida durante la Guerra Civil. Ambas imágenes procesionarían en 1939 en los tronos que se salvaron, al menos en parte, de la quema de iglesias.

1939. Rico y Cristo de los Milagros

El final de la década marcaría el punto de inflexión de dos hermandades históricas con la incorporación de sendas tallas de Jesucristo: Nuestro Padre Jesús denominado El Rico y el Santísimo Cristo de los Milagros.

José Navas Parejo realizó, en el año 1939, la imagen de Jesús El Rico. Las directrices de la cofradía indicaban que esta talla estuviese articulada para dar su bendición con la mano derecha hasta en tres ocasiones a lo largo del año: En la liberación del preso, en el encierro de cada Miércoles Santo y en la bendición del romero en la misa que la hermandad destina a tal fin. Navas Parejo concibió, al igual que hiciese con el Nazareno de la Misericordia, una imagen con pelo natural, que en la actualidad mantiene, como símbolo de su pasado y reminiscencia de la anterior imagen, desaparecida en 1931.

El 4 de abril de 1939 sería la fecha indicada para la bendición de la nueva efigie, realizando su primera salida procesional desde el interior de la parroquia de Santiago. El Señor, según la prensa de la época, lucía túnica lisa, potencias y portaba una cruz arbórea que perteneció a la imagen anterior. Pero ese año Jesús El Rico no participó en la liberación del preso, una iniciativa que se retomó en 1940. La talla de Navas Parejo fue la elegida en el presente año por la Agrupación de Cofradías para presidir el Vía Crucis que se celebra el primer viernes de Cuaresma.

De manera coetánea a la llegada del Nazareno, el escultor Francisco Palma Burgos realizó una talla de crucificado para la Hermandad de la Amargura. Si bien se considera heredera de la antigua cofradía, la nueva junta de gobierno decidió dar prioridad a una imagen de crucificado, para lo que decidió encargar al joven escultor su primera obra, la del Cristo de los Milagros. Palma Burgos heredó la estética imaginera de su padre, Francisco Palma García, y realizó la imagen con apenas veinte años. La talla fue acogida inicialmente en la Iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri, debido a las obras de reconstrucción de la ermita de Zamarrilla, que se prolongaron hasta 1945.

75 años después el Cristo de los Milagros ha vuelto a la parroquia de San Felipe Neri, saliendo en traslado desde la ermita sobre unas sencillas andas. El 15 de febrero lo hizo en procesión extraordinaria, saliendo desde un tinglao ubicado en calle Guerrero y recorriendo las calles del centro histórico en su trono procesional, aunque sin faroles ni peana. La estética, que agradó a la junta de gobierno, volverá a contemplarse este Jueves Santo con ocasión de su estación penitencial.







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