El año 1936 es un año negro para toda España, marcado por el inicio de la guerra civil. La confrontación entre los dos bandos no pasó sin consecuencias para las imágenes religiosas de la ciudad de Málaga. Muchas ardieron tras ser saqueados los templos.
La imagen de la Virgen de la Esperanza ya había sufrido agresiones en el año 1931. Entones fue rescatada de la quema por unos jóvenes llamados Francis Sánchez Segarra y Ramón Cerrillo, los que dijeron poseer la cabeza de la Dolorosa y las manos. Cuenta Juan Carrera Vega en el libro primero de la Archicofradía: «El 14 de mayo nos reunimos varios hermanos, entre ellos, Julio Gancedo Sáenz, Antonio López Torreblanca, Fermín Alarcó, Ricardo Ron, Fernando Villarejo y Miguel Solano, en el domicilio del Señor Cañedo y de mano de una de sus hijas tuve la suerte de ser el primero que recibió la decapitada cabeza de nuestra Santísima Virgen. Nos juramentamos en su presencia para no comunicar a nadie tan valioso hallazgo, Julio Gancedo se hizo cargo de la cabezo, y yo de las otras extremidades del Señor y de la Virgen que es escondida en mi domicilio». Y así fue hasta que en agosto de aquel año se trasladaron a la Catedral.
Durante los primeros meses de la guerra civil, este templo sirvió de refugio durante un tiempo. Pero sus altares e imágenes allí guardados no se libraron del expolio. Merece la pena conocer estos pasajes de la Historia, también de la Semana Santa, para comprender su complejidad: fue un maestro nacional, del bando republicano, no creyente y miembro de la Junta del Tesoro Artístico, quien, al presenciar la barbarie, decidió recoger con sus manos las imágenes destrozadas y todos los objetos de valor dispersos por el templo. Entre estas imágenes se hallaban la Virgen de la Victoria y la cabeza de la Esperanza. Este maestro se llamaba Vicente Andrade Fernández. Tras reunir el patrimonio artístico y religioso en la sacristía mayor de la Catedral, ordenó tapiarla, al igual que el coro, con el fin de conseguir salvarlo.
Cuando en febrero de 1937 la ciudad fue tomada por las tropas del bando franquista, con el general Queipo del Llano a la cabeza, fue encontrada la cabeza de la Virgen después de que una persona informase a las nuevas autoridades que la sacristía y el coro de la Catedral se hallaban tapiadas, y que dentro, se encontraban varias imágenes.