Todo empieza la primera vez que uno se calla. Está perdido. El gracioso de turno hace el comentario, generaliza con el tono más paleto que puede (que suele ser mucho) y te mete en un saco con culebras, ratas y hasta un pavo real. Le ponen al saco una buena bandera de España -como si "los de enfrente" fueran o fuesen de la China Popular- y uno se calla y aguanta el tipo cuando, por ser cofrade, lo más bonito que te llaman es Nazi. Eso, por un lado. Por el otro, hay lindezas de anticatólico, rojo peligroso (peligroso porque no voy a reproducir el adjetivo calificativo que emplean). Y para ser anti algo, uno -bolivariano y prosoviético- no estudia una licenciatura de Ciencias Religiosas.
Todo empieza la primera vez que uno se calla.Y se acostumbra a escribir lo bonito que es todo. De repente, una noche opinas y empiezas a deshilar la madeja de las miserias que guardan las cofradías en su madeja enmarañada. Porquería a granel, en muchos casos. Actitudes mafiosas y pretendidos ataques a la situación personal de uno. El único detalle que se les olvida es que, un servidor, se enorgullece de su situación y se lo juega con el que quiera. Aunque, quien uno quiere que se la juegue nunca lo hará de cara porque no es su estilo.
Todo empieza la primera vez que uno se calla. Y cuando ya se ha tirado al barro y no se detiene aparece la Cara B de la cinta de cromo. Se pierden algunos que se llamaban amigos y se refuerzan las amistades de verdad. Y se gana en amenazas, en exigencias y en insultos. Normalmente, esto último, a través de terceros porque la verdadera imagen del cofrade es, con excepciones muy honrosas, la del pusilánime. Para quien no lo sepa el cobarde de toda la vida, el cagón, el chismoso que por detrás es tan gallito que se mea encima cuando lo retas (disculpen lo explícito, pero esa es la semblanza del "cofrade tipo").
Todo empieza la primera vez que uno se calla. Y aguantas a los valedores de la verdadera fe. Hasta que conocí a alguno creía que de eso se encargaba la Congregación para la Doctrina de la Fe. Luego vas descubriendo que Ratzinger era un panoli. Sí, un panoli comparado con esos apóstoles a los que se les llena la boca con lo católicos que son ellos y lo poco cristiano que eres tú. Cuando he escuchado esas frases, normalmente, era la pose para defenderse de corruptelas varias del acusador congregante.
Todo empieza la primera vez que uno se calla. Y aguanta con estoicismo como se pervierten procesos electorales, se pone y se quita sin criterio, se encargan imágenes que en Valencia por San José estarían en su contexto... ¿Sigo? Lo peor es que quien tendría que poner pie en pared no lo pone. Y, así nos va, camino de nuestro propio infierno.
Blas Jesús Muñoz