No podía dejar pasar esta ocasión, por más que lo he intentado. Las últimas noticias de la relación Iglesia-Cofradías son una mina en Andalucía Occidental (Cádiz, Málaga, Sevilla y Córdoba).
En primer lugar, al obispo de Málaga parece gustarle, motivarle, enaltecerle, envanecerle, agrandarle obligar a dimitir a hermanos mayores, negar permisos varios u obligar a emitir comunicados a instituciones para condenar a los pregoneros que las mismas pusieron.
En Cádiz, al Delegado para hermandades se le ocurre poner un límite de gasto a las cofradías, cuando a lo mejor habría que limitar otros gastos, en otros conceptos a los que parece que nunca llegará una ley de transparencia.
En Sevilla las cuentas de la Archidiócesis dicen que las cofradías gastan poco en ayudar a la Santa Madre. Sin embargo, algunas hermandades ofrecen datos mostrando que ayudan más de lo que la Santa Madre dice que dan.
En Córdoba se compran templos por un puñado de euros, tan poco que ni un notario firmaría a no ser que él de fe de su propia acción. Y se llenan las páginas del periódico fetiche de la plataforma que pide la titularidad pública de la Catedral (¿Mezquita?). Y se defienden como gato panza arriba, mientras hay quienes maliciosamente insinúan que su Delegado para Cofradías hizo la vista gorda en procesos electorales que otros vieron menos claros de lo deseable. A lo mejor debería hacer una llamada intermetropolitana a Málaga y preguntar qué hace con esos procesos o si hay divorciados de tipo A y tipo B a los que meterle mano.
Andalucía no es un Estado, pero pareciera una autonomía confesional.
Juan Antonio Martínez Aragón
Recordatorio La Firma Invitada: A jubilarse toca