Blas Jesús Muñoz. Fue el título elegido por Carlos Colón para un ensayo que bien merece la pena ser leído por todos los que, de algún modo, interactuamos en este universo afín de las cofradías. Es el apelativo -cariñoso y contundente- del Señor, no de Sevilla ni el mío ni el de todos sus devotos, sino de la Imagen que, en estos días más si cabe, reina sobre el Universo, pues por eso radica en el Seno del Padre y el Universo es Cristocéntrico.
En estas horas en que el año expira y casi todos sentimos la nostalgia del tiempo. Él es el Sacerdote eterno que lo domina, lo detiene y lo templa para mostrarnos el camino de los días en que miramos atrás y no nos atreveríamos a deternerlo porque nunca resisten los recuerdos a un amanecer y jamás se prolonga en los besos por los que el día se vence a la noche. El tiempo está en sus manos de Profeta que se agarra fuerte a la Cruz para abrazar el dolor que resistimos, para decirnos que es Dios, para acariciar nuestro frágil rostro de seres mortales que aspiran a la vida eterna.
Hoy, cuando el año da sus primeros pasos timoratos entre campañas comerciales, luces de colores, adornos y buenas intenciones, las cofradías comienzan su impulso vital en la Plaza de San Lorenzo, en el lugar donde se recuerda a Juan de Mesa y Velasco, en el corazón de la Basílica su Jesús del Gran Poder dejó de ser suyo en el mismo instante en que salió de San Martín.
Hoy es el primer día del año y el Señor nos recibe ya con su promesa eterna. Feliz año nuevo, Dios mío.
Recordatorio Enfoque: Dios para los proletarios