Guillermo Rodríguez. Hay momentos irrepetibles en los que el tiempo se detiene y parece que el universo entero observa. Sucedió cuando agonizaba el Viernes de Dolores en San Agustín, en el preciso instante en que finalizó el Vía Crucis que presidió la imponente talla del eterno Juan de Mesa y el Santísimo Cristo de las Angustias fue depositado ante el dolor inmenso de Aquella a quien el odio arrebató su tesoro más preciado. Nuestro compañero Antonio Poyato estuvo allí para realizar esta excelente crónica gráfica.
Recordatorio El Quinario en honor de Ntro. Padre Jesús de los Reyes en su Entrada Triunfal en Jerusalén por Antonio Poyato