Guillermo Rodríguez. Todos los que nacimos como cofrades en las orillas de Capuchinos, guardamos en la memoria aquellos viacrucis presididos por el Señor de la Sangre, que partían del corazón del Convento del Cister para convertirse en el final del Viernes de Dolores y el inicio de los sueños. A pesar del paso del tiempo uno de los instantes más especiales "del día en que todo comienza" es el momento en que el impresionante Titular de la corporación del Martes Santo regresa a las puertas de su casa mientras muchos de los que no podemos prescindir de este instante, soñamos con que algún día el absurdo desaparezca, permitiendo desandar los pasos que convierten en utopía lo que nunca debió dejar de ser.
Recordatorio El Besapiés de Nuestro Señor Jesucristo del Santo Sepulcro en la mirada de Antonio Poyato