Blas Jesús Muñoz. La financiación de las hermandades es un
asunto de capital importancia para la subsistencia de nuestras
corporaciones. Máxime cuando algunas de ellas tienen, por ejemplo,
hipotecas que pagar a cuenta de sus casas de Hermandad, proyectos de
pasos, etc. Entonces el metal, la plata que dirían en los territorios de
ultramar, se antoja imprescindible.
Plata que no es la de los pasos o la de cruces nazarenos,
sino con la que antiguamente se acuñaba la moneda y se podían pagar,
entre otras cosas, salidas procesionales que ahora -y nada más que en
Semana Santa- cuestan un Potosí entre flores, cera de pasos y nazarenos,
bandas y alrededores.
Las subvenciones se quedan cortas (y más ahora que la
situación política apunta a cambio) y la caseta (el que la monta) o la
Cruz pueden llegar a quedarse más cortas que los ingresos por venta de
loterías varias. Ingresos que son sinónimo de trabajo y que, en más de
una ocasión, por desgracia se quedan cortos.
La hermandad del Calvario ha apostado recientemente por una
nueva vía. La venta de pulseras de la Hermandad a través de una
conocida red social a euro y medio, si la compran todos y cada uno de
los hermanos, descontado los costes y si se tiene mil hermanos, por
ejemplo, puede dar para un extra. Un colchón como el que tenían las
señoras mayores bajo una losa o en el interior de la almohada.
No sabemos como va la venta, pero estas son las cofradías 2.1.