Guillermo Rodríguez. De autentica revolución. Así puede catalogarse la que, sin lugar a dudas, se ha convertido en la bomba informativa cofrade del curso que acabamos de iniciar. Recién tomada posesión de la vara dorada de la corporación de San Agustín y tras relevar al capataz que fue nombrado hace tan sólo un año por su antecesor, en toda una declaración de intenciones, la nueva junta de gobierno de la Hermandad de las Angustias, presidida por Manuel Rafael Fernández, parece decidida a dar un giro copernicano a la fisonomía de la cofradía del Jueves Santo. La noticia acaba de ver la luz y ya está provocando un cisma en las redes sociales.
La Hermandad de las Angustias romperá con una tradición que ocupa la memoria de generaciones enteras, en virtud del contrato que la ligará con la banda de cornetas y tambores Coronación de Espinas de Córdoba, que sustituirá a la Banda de Música Tubamirum de Cañete de las Torres, también contratada hace solamente un año. No se trata un cambio cualquiera, ya que modificará sustancialmente la imagen que todo el universo cofrade tiene de la Virgen de las Angustias desde que el recuerdo es historia.
No es la primera vez que se han escuchado voces en la hermandad agustina defendiendo la teoría de que un paso como el que se convierte en trono cada Jueves Santo para la joya que tallara Juan de Mesa, debería ir acompañado por música de cornetas en lugar de banda de música, incluso desde Gente de Paz algún artículo ha opinado en este sentido. De hecho ya se produjo esta imagen en los primeros momentos del traslado de sede canónica de la hermandad desde San Pablo a su hogar actual cuando, precisamente la Banda Coronación de Espinas acompañó con sus notas los últimos metros de la Señora bajo el techo del templo de la calle Capitulares. Ahora, aquella imagen que constituyó una escena insólita y privativa de unos pocos elegidos, se convertirá en posible para todo el pueblo cofrade.
Ahora será el tiempo de la opinión, de defender legítimamente una postura o la contraria, de la invocación a la historia, a las reglas, a la victoria exigua y la tradición o a la revolución necesaria. Lo que es incuestionable es que el próximo Jueves Santo, el mundo entero querrá ocupar su espacio vital frente a la Virgen de las Angustias para vivir en primera persona, esa imagen que muchos han soñado y otros sospechado. La revolución ha llegado a San Agustín.