Lobby, en español grupo de presión, colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la administración publica para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad.
Son muchas las críticas que el mundo del costal recibe, a veces con mayor o menor acierto o razón. Muchas de ellas, vienen incluso desde la propia hermandad, de personas o grupos de personas que realmente no valoran el potencial humano de sus cuadrillas de costaleros. Entiendo que en este último año algunas actuaciones hayan hecho que la crítica sea fácil, he visto como hermandades cambian sus juntas de gobierno gracias a sus votos y como sus hermanos mayores son ninguneados por grupos de poder. He visto como se toman decisiones, acertadas o no, promovidas por amigos del costal o como se han utilizado o se han intentado utilizar cuadrillas como grupos de presión. Todo esto lo debemos evitar a toda costa si queremos salvaguardar la independencia y pluralidad de nuestras hermandades.
Este protagonismo desmedido tiene una causa claramente definida según mi opinión; la dejadez por parte de algunas juntas de gobierno a la hora de implicar a todos los hermanos en determinados actos, acomodados, por la respuesta garantizada que obtienen de los miembros de sus cuadrillas, cediendo el protagonismo a los de siempre, a los que siempre están, a los que nos guste o no, son los que dan vida a las cofradías, los que suelen participar en los actos durante el año, los que venden lotería de navidad, los que ayudan en las cruces de mayo o en las casetas de feria, los que acuden a la llamada de su capataz o de su hermandad en determinados momentos para arrimar el hombro o para apoyar y representar a la misma, o para participar en un acto solidario. Esta es la otra realidad del mundo del costal, la cual quizás no sea tan reconocida pues su ímpetu y revuelo a veces asusta, nos hace a los demás mover ficha y salir de nuestra ajetreada comodidad.
Nos quejamos de la falta de representación de órganos de gobierno municipal en determinados actos de nuestras hermandades. Yo me quejo de la falta de repercusión y de representación en determinados actos realizados por los hombres del costal, me quejo, de la falta de responsabilidad y de compromiso de todos y cada uno de los hermanos que solo viven la hermandad durante la semana santa. Me quejo, de que no se intente implicar a más hermanos en todo lo que concierne a la vida de la hermandad. Creo necesario revertir estas tendencias, es necesario que algunas juntas de gobierno salgan de su zona de confort, de su monotonía y se rodeen de esa juventud efervescente que tiene la gente que quiere a su hermandad, la gente que genera proyectos solidarios, la que genera iniciativas más o menos acertadas pero tienen la capacidad de llevarlas a cabo en tiempo record aunque estas supongan un gran esfuerzo o un gran coste económico, haciendo participe de las mismas a familiares y amigos con el fin último de conseguir el objetivo acordado.
Esa testarudez, esa unidad, es necesaria en nuestras hermandades y debemos rodearnos de ella. Debemos reconducirlos, integrarlos en los quehaceres diarios, a ellos y a todos los hermanos, pues todos debemos luchar y remar en un mismo barco, sin protagonismos y con un mismo fin que no es otro que el culto y veneración de nuestros titulares. Me gustaría que se hiciera participe y se implicara a todos los hermanos, incluso a simpatizantes, no sólo a grupos jóvenes, también al hermano de a pie, al que se queda impasible en casa cuando recibe una notificación o llamamiento de su hermandad fuera de cuaresma, Es necesario movilizarlos porque unidos pueden hacer más grandes a nuestras agrupaciones cristianas. Tenemos el deber de involucrarlos en talleres, reuniones, espacios de convivencia, proyectos que generen ilusión y entonces tendremos una riqueza más grande que cualquier patrimonio, una riqueza humana que a la larga a través de proyectos engrandecerán y revitalizarán las hermandades, quitándonos este protagonismo creciente y temido por algunos hacia los de siempre, hacia esos locos del costal.
Manuel Orozco