Blas Jesús Muñoz. Les reconozco que en Pulp Fiction no me acabó de convencr y que, sin embargo, en el primer volumen de Kill Bill me prendo para siempre el carácter brutal de Uma Thurman. Y, como si de el más estrambótico guión de Tarantino se tratase, Uma reaparece en el ámbito de la cofradías con un escalofrío y no de los que hacen saltar el alma.
Parece que un determinado tipo de "humor" se hubiese encaprichado de la Semana Santa y cualquier dibujo, pose o montaje sirven para mofarse de lo que es un sentimiento. No podemos adoptar una pose pretenciosa en la que culpemos a una actriz que, probablemente, desconozca la falta de respeto que esa escena de disfrazarse de Dolorosa puede causar a mucha gente.
Lo que si parece más adecuado es pensar que quienes la rodeaban si lo sabían y, a lo mejor quien realizó la instantánea, así como quien la difundió. Dando pábulo al toque más provinciano y castizo que se rinde ante la actriz y sólo falta un torero y un buen taconeo.
Seguimos y seguiremos siendo más de pandereta que de dar un barniz cultural a una tradición (el religioso parece que se perdió hace demasiado por demasiados). Nos pega más la flamenca encima del televisor que cualquier otra cosa porque somos nuestro peor enemigo. Ya sólo falta vestir a algún actor famoso o, mejor dicho, disfrazarlo de lo que se puedan imaginar y, de camino, realizar un cartel conmemorativo.