Se reproduce hasta el hartazgo en
miles de películas policíacas. Un sospechoso es introducido en una sala de
interrogatorios y dos policías acceden a la misma para sacarle una confesión, uno
de los agentes adopta la posición de duro, despectivo, amenazante, hiriente
ante el presunto culpable… le presiona, le intimida, le acojona… y cuando el
acusado está a punto de sollozar desesperadamente, entra en juego el compañero
del tipo duro… y adopta la posición de comprensivo, de cercano, de auxilio para
el pobre desgraciado que está a punto de sufrir las iras del chalado de su
compañero, y como una buena madre aconseja al desdichado que entre en razón
porque en caso contrario no podrá controlar su irracionalidad durante mucho
tiempo, que firme lo que le echen por delante porque es preferible un perjuicio
controlado que uno de consecuencias imprevisibles… y el acusado confiesa y
firma hasta que mató a Manolete. Como bien dice una amiga abogada “más vale un
mal arreglo que un buen pleito”
Llámenme loco pero como cofrade
me siento como el pobre desgraciado que acaba firmando lo que sea por tal de
que le dejen respirar desde que el nuevo equipo de gobierno de no ganadores
tomo posesión del anillo de Sauron
allá por la Feria de Nuestra Señora de Salud. Desde el primer instante, una
colección de polis malos, iba a decir constelación pero creo sinceramente que
la metáfora les viene bastante grande, comenzó a circular por diferentes medios
de comunicación advirtiendo, amenazando y en ocasiones acojonando a un buen
número de la parte de ciudadanos cordobeses que se autodenomina cofrade. La
cera en el suelo, demasiados actos públicos a lo largo del año, cobrar por la
utilización de la policía local, el belén municipal, la subvención, el coste
del montaje de la carrera oficial, la segunda puerta de la catedral, la Velá
del caimán (antigua Velá de la Fuensanta), la comparación de las cofradías con
el dómino (dominó para el común de
los mortales)… son sólo algunos de los asuntos en los que miembros de la
corporación municipal que dirige (es un decir) los destinos de la ciudad de San
Rafael han sacado a pasear su indisimulada animadversión contra todoloquehuelaaincienso, sin mostrar el
más mínimo rubor y dejando meridianamente claro que se avecinan tiempos
difíciles para creyentes y/o cofrades en esta bendita ciudad.
Si se fijan el único denominador
común de toda esta parafernalia montada alrededor del odio visceral hacia
nuestras cofradías, es la ausencia casi absoluta de la alcaldesa en todas y
cada una de las salidas de pata de banco que sus compañeros de coalición han
protagonizado. Solamente en el lamentable asunto de la expulsión del cuadro de
San Rafael de la casa consistorial la regidora se ha señalado, muy a su pesar.
Probablemente no siendo consciente de la que se iba a montar en redes sociales
tras su anuncio, llámenlo desconocimiento, incompetencia o inocencia, la señora
Ambrosio, tras quitar el crucifijo cuya presencia ocupaba el primer lugar entre
las preocupaciones de la ciudadanía, manifestó que en aras de su defensa de
ciudad laicista (que no laica, eso ya lo es Córdoba, con o sin su presencia),
el cuadro del Arcángel, junto con todos los de temática religiosa, sería
retirado del ayuntamiento, “para respetar la laicidad en el ámbito de lo
público y para que todos los cordobeses puedan disfrutar de piezas que son
obras de arte”, de lo que se deduce que solamente debe haber obras de arte en la
sede de Capitulares de temática religiosa, sólo así se explica que el resto de
presuntas obras artísticas que existan en el inmueble sigan siendo de disfrute
exclusivo de elegidos y funcionarios.
La alcaldesa, en primera
instancia, reculó con el rabo entre las piernas, asegurando a través de
terceros que “nunca se planteó retirar el cuadro de San Rafael” como se preocuparon
de cacarear en plena polémica sus voceros de Cordópolis, para volver a
desdecirse cuando las aguas volvieron a su cauce, sacando a San Rafael tal y
como había dicho en origen, disfrazando la medida de presunta restauración
ineludible, seguida de una gira triunfal por diversos museos de la capital (el
cofrade no por supuesto) para dilatar hasta el infinito su regreso al sitio que
le corresponde, creyendo que los ciudadanos somos gilipollas y no nos damos
cuenta del tocomocho.
Esta ha sido la única ocasión en
que la regidora se ha señalado en primera persona en asuntos de temática
religiosa o cofrade. Para la labor de minar el ánimo y hacer que a algunos les
tiemblen las piernas ha utilizado a segundos espadas (alguno con complejo de
primera) y ha evitado en todo momento meterse en el barro con el que sus
compañeros se han ido embadurnando de manera constante en las últimas semanas.
La acertada reacción, por fín, del máximo representante de las cofradías de la
capital, plantando sus reales encima de la metafórica mesa de negociación, ha
sido suficiente para que la socialista se disculpe de los desmanes de sus
subordinados y colegas, admita que debe reunirse con los representantes de las
hermandades y nombre a su segundo, antiguo cofrade y pregonero, enlace del
ayuntamiento y las cofradías, al menos de manera oficiosa, lo que demuestra que
hay quienes solo entienden un idioma cuando se trata de defender intereses, el
de la fuerza… o como diría Torrente “comprobar quién la tiene más larga”.
Ahora son todo paños calientes e
invocaciones al entendimiento y el diálogo, cordialidad y buenas palabras, pero
¿qué quieren que les diga?. A mi todo esto me suena a la escena de película que
les narraba al principio, en la que varios polis malos han atacado,
menospreciado, insultado, amenazado a las cofradías en la búsqueda de imaginar
un escenario apocalíptico que algunos identificaban con la desaparición a medio
plazo de la Semana Santa tal y como las conocemos, para que ahora salga a
escena la poli buena, la compresiva, la conciliadora, la cercana, la amable… la
amiga o la madre que pondrá un documento encima de la mesa que, ante la
infernal alternativa, algunos estén dispuestos a suscribir a pesar de que
implique un importante recorte de derechos adquiridos tras el esfuerzo y el trabajo
desarrollado por décadas de cofrades.
Y en este punto, yo me hago dos
preguntas: ¿Estarán nuestros dirigentes dispuestos a cualquier cosa con tal de
que no vuelvan a salir a escena los polis malos con el látigo en la mano y el
insulto en la boca o tendrán la cabeza fría para defender el status quo que nos
corresponde y no dejar que nos engañen a todos? y por otro lado, y no menos importante ¿la táctica del poli bueno
poli malo, estará consensuada por los dos partidos que forman el equipo de
gobierno o por el contrario se trata de una estrategia unilateral de la señora
Ambrosio para dejar que los “radicales” se estrellen mientra ella ocupa ese
Edén prometido que los analistas políticos denominan “el centro”, ese que
asegura la victoria electoral y al que parecían haber renunciado los socialistas
desde el ascenso al poder del “chico de la Alianza de Civilizaciones”?
¿Estaremos los cofrades usados como peones para que los socialistas se
merienden a los presuntos comunistas? El tiempo dirá, mientras tanto,
¿recuerdan cuando les decía que no nos íbamos a aburrir en este curso cofrade?
pues solamente estamos en septiembre….
Recordatorio El Cirineo: Rabiosamente heterosexual