Marcos Fernán Caballero. Debe ser muy molesto para algunos… aunque nosotros, los creyentes, no alcancemos a ser capaces de comprender el motivo de tanto odio, de tanta barbarie, de tanta inquina contra nuestros símbolos. El último en sufrir la ira de estos innombrables ha sido la pintura del Nazareno que carga con la cruz a cuestas inserto en la antigua muralla ubicada en la calle Adarve. El mismo, si la memoria no me falla, fue repuesto en la Cuaresma del pasado año 2014. Ayer la pintura presentaba el impacto de algún objeto que había roto el cristal que la protege.
En cierta forma parece como si hubiéramos vuelto al siglo I e, igual que los primeros cristianos, somos perseguidos por profesar libre y públicamente nuestras creencias. Es una lástima que nosotros no contemos con el amparo de Pedro García o con el de los ediles del partido perdedor “Ganemos”. Escogimos mal la doctrina a seguir, porque si profesáramos la fe de Mahoma cualquiera de estos hubiera venido ya a tirarse una foto con nosotros a la calle Adarve y habría sido portada de Godópolis (ciudad de godos, ciudad de bárbaros): medio de desinformación de nuestro progre y mediocre desgobierno.
Evidentemente obvia decir que ustedes, bárbaros, y los palmeros que tienen ubicados en distintos medios de comunicación no nos van a amedrentar. Nosotros, por nuestra parte, seguiremos denunciando todos los agravios recibidos y puestos de manifiesto. Escóndanse ustedes, porque nosotros no tenemos motivo por el que hacerlo. Y que Jesús les perdone.
Recordatorio Enfoque: Nos vemos en el Gran Teatro
