Redacción. Alfa y Omega de nuestra propia idiosincrasia. El hijo del hombre, el Dios mismo hecho carne que expira cada primavera a las puertas de San Pablo para redimir a la humanidad entera del pecado y la desolación, nace en el corazón del pueblo cuando la Navidad extiende su infinita luminosidad por cada uno de los rincones de nuestra realidad.
El propio hogar claretiano, que rememora el camino de Cristo al calvario cuando se acerca la luna de Nisan, se convierte en pesebre para el más humilde de los nacimientos, el de Aquél que vino a mostrarle al mundo el verdadero camino de la Verdad y de la Vida. Nuestro compañero Antonio Poyato, nos regala una nueva entrega de nuestra tradicional serie de reportajes de los belenes más significativos de la ciudad de San Rafael. Disfruten.
Recordatorio Un nacimiento entrañable en el Palacio de la Merced