Guillermo Rodríguez. Se descuentan lentamente las horas que encaminan a la mañana en la que Córdoba estrena sonrisa, mientras la agenda de cultos va desgranando las cuentas del maravilloso rosario que conduce a la presencia del Divino Salvador. Antes de que la apoteosis envuelva Capuchinos el próximo Miércoles Santo y de que Córdoba entera se aproxime ante la mirada de la Reina de la Paz y Esperanza el inminente Viernes de Dolores, este Martes, cuando la luz del sol abandone el cielo de la ciudad de San Rafael, a eso de las 20:30, tendrá lugar ese acto íntimo e irrepetible en torno al Humilde Rey de los Cielos que a pesar de celebrarse cada Martes de Pasión se transforma en singular como singular es todo encuentro cara a cara de cada cofrade con su Creador.
Cuando finalice la última eucaristía en el Convento del Santo Ángel, la cuadrilla de hermanos costaleros de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, afrontará uno de los momentos más especiales del año, cuando cada uno de sus componentes se convierte en humilde cirineo que porta sobre sus hombros a Aquél que gobierna sus pasos, sin más recompensa que la infinita gratitud de ser los pies del Hijo de la Paloma de Capuchinos.
En una semana llegará la gloria, la bulla, el aplauso y la grandiosidad, y la música y el compás se fundirán en una simbiosis perfecta que trasformarán cada centrímetro que avance el paso del Señor de la Humildad en un pedacito de Cielo al alcance de quienes acudan para beber de su mirada y alimentarse del maná de su esencia infinita. Pero antes, este Martes de Pasión, será el momento del rezo, del recogimiento, del silencio y de la intimidad, del encuentro directo entre cada uno de ellos y el Hijo del Hombre, entre cada hermano y su Maestro, el momento de la sinceridad y la fe, de la verdad y la espiritualidad, el instante de sentirse cerca de Dios. Este Martes, cuando Él pise las piedras de Capuchinos, Córdoba se hallará un poco más cerca del altar de los sueños cumplidos.
Recordatorio La Agenda Cofrade de la semana en Córdoba