Blas J. Muñoz. Lo pudimos comprobar desde la misma mañana del Domingo de Ramos, aunque sólo fuera durante el trayecto entre la Catedral y el Instituto Góngora. Suficiente para saber que Caído y Fuensanta "soplaba" (tirando de argot) potente, afinado y elegante. Miércoles, Jueves y Viernes Santo vinieron a ratificar el momento de madurez de una banda que se halla en cotas muy altas y nada tiene que envidiar a nadie.
El Martes Santo se produjo uno de esos momentos de embrujo que sólo ofrecen las cofradías y su Semana Santa. Entre el final de Cardenal González (levantá a pulso incluida) y el principio de la Calle de la Feria, la BCT de la Salud mostraba la excelencia que ha alcanzado en los últimos años. Su actividad a lo largo del año es más que intensa, pero momentos como ése o su paso por carrera oficial dan cuenta del momento álgido por el que atraviesan.
Hubimos de aguardar al Miércoles Santo para escuchar a Coronación de Espinas y comprobar que, un año más, la formación de San Antonio de Padua vuelve a superarse. Su estilo clásico marcó el novedoso acompañamiento tras el grupo escultórico de las Angustias. Lejos de desentonar consiguieron una conjunción digna de elogio que se proyectaba a su vez en el gran caminar de la cuadrilla.
Suena brillante el metal y no sólo en la capital, pues Sayones de Pozoblanco daba su medida, que no sorprende a quienes ya los habían podido disfrutar con anterioridad, en su acompañamiento a la Piedad de las Palmeras. Arrancando con Eternidad, la formación pozoalbense da cuenta del gran nivel existente en la provincia.