Blas J. Muñoz. Las noches de Cuaresma comienzan a formar
una nueva historia de la Semana Santa que contar, una vez que el tiempo
marque su dictado de pretéritos certeros que se escriben con nombre
propio. Uno de esos nombres es el de estas fotografías que nos permiten
contemplar a la Reina de los Mártires entronizada y ataviada para su
salida procesional en la Madrugada del Viernes Santo.
Lorenzo de Juan, su capataz, el hombre que la ha guiado
hasta la Catedral durante tantos años, deja en estas instantáneas el
rostro vivo de la piedad popular de un pueblo que halla en San Hipólito
uno de los fundamentos de la Fe en María Santísima, como un anticipo de
cuanto vendrá.
En silencio, por las calles oscurecidas de la ciudad, la
marcha de Gámez se susurrará en el ranchera de los pies de su cuadrilla
en poco más de dos semanas. Córdoba volverá a cobrar la forma de un
oficio antiguo, de una configuración total de la cofradía que cambió el
paradigma a mediados del pasado siglo. Y, al paso de la Reina de los
Mártires, volveremos a verla radiante como siempre, cómo nunca la hemos
visto.
Fotos Lorenzo de Juan