Blas J. Muñoz. La expresión, por antonomasia, nos invita a
recordar a una de las figuras imprescindibles para comprender el mundo
de los capataces y costaleros. No solo en Sevilla, puesto que el estilo y
la forma de trabajar con que impregnó Manolo Santiago al "mundo de
abajo" marcó un antes y un después bajo las trabajaderas. Ello sin
olvidar otra de las figuras más que necesarias en este apartado, la de
Salvador Dorado, "El penitente".
La evolución técnica del Costalero, unida a una reconocible
capacidad de sacrificio, propiciaron que este ámbito de las cofradías
emergiese hasta el punto en que nos hallamos a día de hoy. Gladiadores,
como los bautizó Manolo en el Porvenir, que siguen dando cuenta de una
liturgia que, pese a adaptarse a la situación contemporánea, no deja de
poseer un punto anacrónico que lo llena de encanto y de liturgia
perdida.
Manifestaba un capataz cordobés en activo que echaba en
falta esa antigua capacidad de sacrificio. Y, quizá, sea éste uno de los
debe que están por solucionar. Sin embargo, no es menos cierto que la
misma se suple con un auge (hasta la fecha imparable) de costaleros, o
aspirantes a serlo, en casi todas las cuadrillas de la actualidad.
Entre tanto, y a menos de dos semanas para que comiencen a
caminar las imágenes del Señor y su bendita Madre, las "pilas" están
cargadas, buena parte de los ensayos cumplidos y solo resta la vigilia
que culminará cuando el llamador rasgar el silencio y treinta o
cuarenta gladiadores comiencen a elevarse al cielo de un buen número de
ciudades.