Seguimos exponiendo conclusiones sobre la pasada Semana Santa. La principal, a mi particular juicio, es que la mayoría de las diferentes jornadas de nuestra Semana Mayor requieren de una reestructuración de las Cofradías que hacen Estación de Penitencia de forma urgente y necesaria. Soy consciente de que el tema no es muy novedoso. Incluso, a decir verdad, es uno de los aspectos más recurrentes para tratar en distintas tertulias capillitas de Cuaresma quizá solamente superado por el sempiterno de la reforma de la carrera oficial. Pero, a colación de que en breve se puede hablar de una nueva carrera oficial en el ámbito de la Catedral (o no) y visto que en años como el presente en que la lluvia ha afectado a las dos primeras jornadas de Semana Santa dejándonos casi huérfanos de pasos de misterio, este me parece el momento idóneo para poner las cartas sobre la mesa.
Es lógico, como pasa en la mayoría de poblaciones, que las Hermandades más antiguas se concentren en Jueves y Viernes Santo, seguidas por las del Domingo de Ramos. Las que históricamente se fundaron a continuación pasaron a ocupar la jornada del Miércoles Santo, quedando para las más recientes el Lunes y el Martes Santo. El crecimiento de Cofradías en las dos últimas décadas ha ido, progresivamente, configurando un Lunes y un Miércoles Santo realmente potentes en número y calidad de Cofradías. Esta última jornada ha sido históricamente una de las más estables de nuestra Semana Santa, ya que 4 de las 6 Hermandades actuales coparon la actual nómina casi desde el final de la Guerra Civil. En los 90 se incorporó el Perdón y hace escasos años hizo lo propio la Piedad de las Palmeras. El Domingo de Ramos, por su parte, ha crecido también con las incorporaciones de Titulares en las Cofradías ya existentes, que pasaron a sacar 3 pasos, como tal es el caso del Cerro y del Huerto. El Martes Santo recibió en los 80 a la Santa Faz y al Císter, en los 90 llegó la Agonía y, hace apenas 3 años, se le abrieron las puertas la Hermandad Universitaria.
Por su parte el Jueves y el Viernes Santo han sido jornadas casi inaccesibles para las nuevas corporaciones que se han creado. De reciente creación, solamente la Sagrada Cena pudo hacerse un hueco en una jornada tan añeja como lo es el Jueves Santo, jornada en la que llegaron a procesionar menos pasos que en la Madrugá de principios de los 90 (tristemente desmantelada): Caído, Caridad, Esparraguero y Angustias sumaban un total de 5, por los 6 que ponían en la calle Buena Muerte, Merced y Nazareno... Precisamente el último refuerzo del Jueves lo supuso la Cofradía de Jesús Nazareno, gracias a la cual podemos ver hasta ¡2 palios 2! en una de las jornadas que se supone más fuerte en la ciudad.
El Viernes Santo, con cinco Cofradías en la calle, no incorpora a una Hermandad desde la década de los 70, cuando Expiración volvió a su día original de salida y, algo después, se fundase la Soledad de Santiago. Pese a ser un día en el que las Cofradías están muy consolidadas (espectacular la evolución del Descendimiento en los últimos 20 años), resulta necesario, como el comer, la incorporación de alguna Cofradía nueva. A poder ser, de barrio y alegre, por favor, porque como metan al Traslado al Sepulcro el día va a ser el más triste del mundo: 5 de 6 Hermandades de negro es deprimente hasta para los hermanos de Ánimas (tómenselo con sentido del humor, por favor).
¿Que usted es de los que piensan que el Viernes y el Jueves solamente debe reservarse para Hermandades añejas? Permítame que se lo discuta, pero creo que la Cena, a día de hoy, es más Cofradía que cualquiera de sus compañeras de jornada (a pesar de detallitos como incorporar mantillas en el cortejo, que a estas alturas de la película ya les vale...). Pero si no ven claro lo de incorporar a nuevas Hermandades en estos días creo que, lo suyo, sería trasladar a algunas de las ya consolidadas.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de cola: Pensando en nuevas fiestas