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lunes, 11 de abril de 2016

La generación de capataces de Córdoba


Blas J. Muñoz. Los casos son contados o, mejor dicho, el caso es contado y no sólo por tradición oral. Los Sáez -la gran saga de capataces que tiene Cordoba-, ya han caminado por el siglo de historia mandando pasos. Y su trayectoria de amor por las cofradías se completa en la figura de David S. Pinto Sáez, cuando, los albores del verano o el ocaso de la primavera, llaman a la celebración del Corpus y su procesión retoma la mejor tradición de la Custodia que mandara el inolvidable Rafael.

No queda tanto para perpetuar esa estampa en el rostro de David. Y tampoco, la distancia emocional es muy estrecha, de otra instantánea que inmortalizara Joaquín Conde con la figura de Rafael ante el paso del Descendimiento hace más de tres décadas. Conde fue uno de los grandes precursores de la fotografía aplicada a las cofradías. Y su nombre se inscribe junto a los de Ricardo, Vacas o Roig.

En la instantánea pueden apreciar como, junto a Rafael Sáez se halla la pequeña figura de su nieto David para dar cuenta, aun entonces sin saberlo, del relevo generacional que los años iban a contemplar para dar cuenta de la gran generación de capataces de Córdoba. Los Sáez, con toda justicia, merecen una mención de la ciudad que los vio entregarse a ella y sus mejores tradiciones. Su calle los aguarda.







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