Blas J. Muñoz. El tiempo siempre camina en la dirección
exacta de un objetivo. Y las conmemoraciones no son sino la consecuencia
lógica de haber alcanzado el mismo. Hace dos décadas, el patrimonio
inmaterial -tan traído y llevado en esta época- en cuanto a formaciones
musicales se refiere, no era para Cordoba tan extenso en lo cuantivo. Y
las cuanto se relaciona con las cofradías no era, ni de lejos, tan
masivo.
En ese contexto de los noventa, un sueño comienza a
fraguarse en San Antonio de Padua. Es la época de la expectativa, de los
primeros ensayos, de las primeras horas ganadas a cada noche. Un
esfuerzo que va a redundar en cuanto vendrá más adelante, hasta el punto
de llegar a Sevilla con sus sones ocho años más tarde. Así como
consolidar en Córdoba un estilo que los llevará a tocar para numerosas
hermandades.
Ningún género musical es sencillo. Las cornetas y los
tambores van a irrumpir, desde ese momento, desde San Antonio de Padua
hasta numerosos lugares de nuestra geografía. No es sencillo llegar a un
determinado nivel que, por ejemplo, te lleve a poner el Réquiem ante el
Señor del Soberano Poder en San Gonzalo. Como tampoco lo es mantenerte
en el tiempo.
A partir de este mes de junio, la Banda de Cornetas y
Tambores de la Coronación de Espinas celebrará su XX Aniversario. Y lo
hará con un tipo de actos especiales, no al uso, tan característicos y
reseñables siempre en esta formación. En junio Coronación repasará su
propia historia, la que los ha traído hasta aquí y la que se hace
imprescindible, en su porción, para entender una parte importante de las
dos últimas décadas de nuestra Semana Santa.